Mirando la tele pensé que estabas junto a mí, porque intentaba fijarme en alguna serie o programa y mi instinto básico y mi energía basal me hacían cambiar constantemente de postura, canal y oferta para el entretenimiento, el tránsito o la paciencia. Es decir, entre peroratas y anuncios de casamiento en Intereconomía, con la resaca de lo de Donostia, va y tanto la detención del padre de los niños cordobeses desaparecidos, como el espectáculo del juicio sobre el caso Marta Castillo, aparece Jesús Egiguren diciendo lo que muchos piensan, pero en el fondo, lo que nos hace reflexionar en pasiva, activa y reflexiva es el asunto del intercambio de un soldado israelí por mil prisioneros palestinos.

Todos opinan al respecto, porque según nos cuentan las televisiones, de manera muy interesada y sincronizada, ambas partes se sienten ganadoras por el pacto y negociación. Pero desde ambas partes, y desde todos los puntos de vistas, las consideraciones al respecto son muy encontradas, prevaleciendo el mensaje de que se trata de un precio muy alto el pagado por el gobierno israelí. Probablemente existan muchas matizaciones ante este paso, pero se puede entender que se trata de un acto de prepotencia más del gobierno israelí.

En primer lugar, el soldado liberado, fue recibido con todos los honores, vestido con su uniforme, y exhibido al mundo entero. En cambio, los supuestos mil presos palestinos liberados no tienen, al menos para las televisiones que nosotros vemos, el tratamiento de soldados. Son otra cosa, para los suyos, son evidentemente soldados, pero al no tener un Estado que les dote de la jerarquía y el rango militar convencional, son individuos que en el mercado político, valen muy poco.

La prepotencia, a mi entender, reside en que valoran en nada a los luchadores palestinos, de tal forma que deben sumarse mil, para comparase con un soldado israelí. Esta valoración se simbolizó televisivamente con el lenguaje utilizado en las puestas en escena de ambas liberaciones, los recibimientos, los escenarios propuestos, sus consecuencias, lo retransmitido. Hasta los discursos que nos han llegado se colocan en dos escalas de importancia diferentes.