El intercambio de presos refuerza a Hamas, dentro y fuera de Palestina
El movimiento islamista Hamas, desgastado tras años de gestión del abigarrado y hostigado campo de concentración de Gaza, ha salido indudablemente reforzado tras el éxito del acuerdo de intercambio de prisioneros con Israel. No es el único beneficiario. Junto a todos los liberados, incluido el tanquista liberado, Gilad Shalit, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sale reforzado en las encuestas y Egipto y Turquía refuerzas sus enfrentadas posiciones.
GARA | GAZA
El canje del tanquista israelí Gilad Shalit por un millar largo de prisioneros políticos palestinos ha reforzado políticamente al Movimiento para la Resistencia Islámica (Hamas), tanto ante el pueblo palestino como en el ámbito internacional.
«Muchas partes, locales y extranjeras, han intentado forzarnos a entregar a Shalit sin contrapartidas, mientras que otros tildaron su captura de aventura que no iría a ninguna parte, pero parece que estaban equivocados», señaló el jefe del Gobierno islamista de Gaza, Ismail Haniyeh, en su discurso ante los prisioneros liberados en Gaza.
El primer ministro electo hacía alusión al presidente de la Autoridad Palestina (ANP) de Cisjordania, Mahmud Abbas, quien ha bramado durante estos cinco últimos años por la liberación del tanquista israelí, aunque no tuvo más remedio que felicitarse oficialmente por el intercambio.
Por primera vez en años, las banderas verdes de Hamas inundaron el pasado martes las inmediaciones de la Mukata, sede presidencial de la ANP en Ramallah, y Abbas tuvo que compartir estrado con un dirigente del movimiento islamista. En su saludo a los prisioneros liberados que volvían a Cisjordania, tanto de Hamas como de al-Fatah y de otras facciones palestinas, Abu Mazen les reconoció como «luchadores por la libertad y guerreros santos en nombre de Alá y de la patria».
Desde su exilio de Damasco, el líder político de Hamas, Jaled Mechaal, recordó que el acuerdo de intercambio es «el máximo que podíamos obtener tras cinco años» y propuso a Abbas un nuevo encuentro para avanzar en la reconciliación interpalestina. El presidente de la ANP acusó el recibo al prometer como próxima la reconciliación total.
La vertiente geopolítica
No faltan los analistas israelíes que inscriben el acuerdo Hamas-Israel en un (nuevo) intento de Tel Aviv de debilitar políticamente a Abbas en el marco de su iniciativa ante la ONU.
Uno de los principales dirigentes de Hamas en Gaza, Mahmud Zahar, abonó ayer esa tesis al instar públicamente a Abbas a que mida «su popularidad actual en la calle palestina» convocando elecciones. Zahar reiteró sus críticas a la iniciativa de Abbas para lograr en la ONU el reconocimiento como Estado y reiteró que «no venderemos el derecho de las generaciones futuras», en referencia al derecho al retorno de los refugiados.
El dirigente islamista reiteró que el intercambio no afecta al acuerdo de principio en torno a la reconciliación interpalestina, acuerdo que deberá ser concretato en una nueva reunión en Egipto a finales de mes.
Egipto es, precisamente, uno de los países que salen reforzados tras el acuerdo, junto con Turquía. Está por ver en qué afecta a sus deterioradas relaciones bilaterales con Israel.
De lo que no hay duda es de que el acuerdo refuerza ante la comunidad internacional a Hamas y, por extensión, al islamismo político, como un actor insoslayable, cuando no el principal, para buscar una solución negociada en la cuestión palestina y en toda la región.
Hay quien apunta ya a la apertura de canales ded diálogo entre Hamas y las potencias occidentales.
El tanquista Gilad Shalit disfrutó ayer de su primer día de recobrada libertad en su localidad de Mitzpe Hila, en el norte montañoso del Estado israelí.
La Policía impidió que fuera atosigado por los periodistas y curiosos cuando salió a dar un paseo en las inmediaciones de su vivienda.
Los familiares del militar capturado en Gaza pidieron a la prensa que le den tiempo para que se recupere tras cinco años de cautiverio.
Un hombre cubierto con el talit (mantón judío) llegó desde Jerusalén para hacer sonar el shofar (cuerno de carnero) en honor de Shalit. «El shofar anuncia la redención del pueblo judío y la liberación de Gilad es un primer paso a la de todo el pueblo judío», explicó. Mientras todos los diarios saludaban su regreso a casa, los vecinos de Mitzpe Hila suspiraban por volver al anonimato (normalidad).
En paralelo, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, se solazaba desde Tel Aviv con las encuestas, que confirmaban que un 75,7% de los israelíes aprueban el intercambio y que un 29,1% tendría ahora una opinión más favorable que antes sobre el jefe del Gobierno israelí. Un 61,5% de los encuestados califica de buena la gestión de las negociaciones con el movimiento palestino Hamas.
Más allá de las encuestas con sus márgenes de error o de cocina, Netanyahu ha recibido asimismo los parabienes de la oposición. «Con el intercambio de prisioneros, el primer ministro ha mostrado su capacidad de liderazgo», reconoció Nahman Shai, diputado del grupo Kadima, el principal partido de oposición y, por tanto, uno de los más críticos con la gestión de Netanyahu. GARA