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Crónica | Jornada de Sematec

Con el corazón encogido ante el drama creciente del amianto

Una jornada analizó la situación del amianto y la manera de llevar a cabo el desamiantado de forma segura. La primera parte constató la ineficacia de la Administración ante este peligro y la despreocupación de mutuas y médicos.

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Juanjo BASTERRA

La compañía guipuzcoana Sematec organizó ayer en Bilbo una jornada bajo el título «¿Cómo abordar hoy el riesgo de exposición al amianto y evitar enfermedades futuras?». Jon Lasa, su gerente, explicó que el objetivo de la misma era «difundir la problemática del amianto» y mostrar «las consecuencias» del pasado, pero también del futuro que nos espera, porque, como reconoció el subdirector de Osalan, José Antonio Vázquez, todavía los casos de cáncer por haber estado en contacto con el mineral cancerígeno seguirán «ascendiendo por lo menos durante toda esta década».

Tuvo aliciente este encuentro y cabe destacar que Patxi Kortazar, portavoz de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie), y el sindicalista Jesús Uzkudun, de CCOO de Euskadi, pusieron el contrapunto exacto de lo que está ocurriendo con el amianto, cada vez menos silenciado por la acción y la denuncia, pero que está cobrándose la vida de muchos trabajadores y sus familiares, «porque han empezado a aparecer casos de contagios de mujeres de trabajadores que llevaban sus buzos a lavar a casa», dijo Kortazar. Una práctica prohibida en los países más adelantados, pero que los empresarios del Estado español mantuvieron a costa de la salud de los trabajadores.

A nivel teórico, la jornada fue impecable, por parte de todos los intervinientes, sin embargo más de uno se estará preguntando todavía en este momento por qué José Antonio Vázquez, subdirector de Osalan, o Javier Dalmau, responsable del Servicio de Prevención de Mutualia, no llevan a la práctica lo que pregonan en este tipo de jornadas. Tuvo que ser un afectado por el amianto, Patxi Kortazar, quien enmudeciera a la sala y a alguno de los ponentes, como desveló Unai Zabaleta, director de Operaciones y Desarrollo de APA, «me dejaron el estómago revuelto». El subdirector de Osalan recordó que la producción y comercialización del amianto está prohibida en el Estado español desde junio de 2002. Recordó que no hace mucho «me entregaron un `calientamanos' recubierto de amianto», por lo que esa barrera de la prohibición es fácil de superar.

Admitió que falta «formación e información» sobre este peligro y describió que el Estado español importó entre 1950 y 2000, más de 2,5 millones de toneladas de amianto. Es como si toda la producción mundial de amianto hubiera sido comprada en un año por las empresas del Estado español. Partidario de crear el Fondo de Compensación, igual que dijo el representante de Mutualia, la idea se queda en pura teoría, porque en la práctica Jesús Uzkudun recordó que es una reivindicación antigua, que no encuentra amparo, como remarcó Patxi Kortazar, que describió cómo los afectados por amianto tienen que «estar años y años en los juzgados para que se nos reconozca la enfermedad profesional y el recargo de prestaciones. Muchos de los afectados no llegamos ni a los pasillos de los Palacios de Justicia», remató.

José Antonio Vázquez destacó que Osalan tiene controlados a más de 5.000 trabajadores que han estado expuestos al amianto para hacer la vigilancia de la salud y, de nuevo, Kortazar le corrigió: «En 2003 me detectaron amianto en mis pulmones, pero hasta 2010 no me aplicaron el primer protocolo por amianto», se lamentó. Uzkudun dijo que los expuestos hay que «multiplicarlos por cinco».

Patxi Kortazar dejó claro que «el amianto se prohibió en 2002, pero en la empresa que trabajo lo retiraron en 2008» y denunció que los empresarios «se enriquecieron a costa de nuestra salud y de nuestras mujeres e hijos». Es decir, Osalan y Mutualia fueron invocadas y reprendidas por su falta de actuación en favor de los trabajadores, no así de los empresarios.

Jesús Uzkudun fijó un panorama de desolación y muerte. «Es esa la realidad del amianto». Recordó que cada año mueren 21.000 personas en la UE y dejó claro que el peligro del amianto ya se conocía desde 1918. El sindicalista criticó a todos los estamentos oficiales y a muchos médicos «que no actúan con rigor» y remarcó «la necesidad de que se reparen los daños».

 

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