Antes de la llegada de las nieves los densos bosques de la sierra de Arbuti-Izarbe situada en la alta Zuberoa, donde predominan el haya y el abeto, además de abedules, serbales, sauces o acebos, se visten con una espectacular libreta de mágicos colores ocres, dorados y rojizos. Es el momento de realizar en un suave paseo en bucle por las cumbres más altas de esta sierra, disfrutando de un paisaje singular pleno de contrastes, de olores y colores. Las herbosas cumbres de Izarbe son las más altas de una cadena de alturas que separan por el sur el profundo valle de Santa Grazi con el de Barlanes, en tierras de Lanne-en-Baretons, en Biarno.

Para ir al lugar más oriental de Euskal Herria en esta época es necesario asegurarse de la climatología al estar esta zona muy sometida por las influencias meteorológicas del Oceano Atlántico. Con las habituales nieblas que se agarran en estas montañas no podremos ver cuando menos las extensas panorámicas que se contemplan desde las cumbres. Para llegar a este apartado lugar caben dos opciones: hacerlo desde Belagua y la estación de esquí de la Piedra de San Martin o por Maule y y Montori. Las distancias y lo pintoresco del paisaje durante el viaje son parecidos en ambos casos.

Una vez alcanzado el herboso lomo de la sierra de Izarbe-Arbuti, hay que situarse a la altura de las cabañas pastoriles de La Serre (1440 m.), donde veremos cercana en un regazo de la cara norteña de Izarbe las instalaciones de la pequeña estación de esquí nórdico. El paisaje que se vislumbra desde este lugar es espectacular, lo que nos dará una idea de lo que nos depararán las cumbres. En primer término queda enfrente el barranco de Arphidia, donde se aprecia la entrada de la célebre caverna de La Verna. Los piramidales picos de Anie y Arlas resaltan sobre el caparazón rocoso de Larra. A la izquierda queda una pista con un cartel «Arbuti», lugar por donde regresaremos de la excusión. Aquí se puede aparcar.

El itinerario arranca de este lugar por el lomo herboso de Peñalargue (1418 m.) hasta situarnos en el collado Murkhuilla, donde dejaremos una pista que bordea la boscosa cara sur de las crestas de Izarbe. Una clara senda nos llevará tras varias lazadas entre bruzos a una sucesión de alturas donde afloran algunos peñascos de conglomerado hasta alcanzar la máxima altitud de Izarbe (1559 m.). La vista se abre en todas las direcciones, desde el macizo de Arbaila-Irati hasta las cumbres de Larra, Arlas, Soumcouy, La Contende, Anie y Anielarra pasando por Lakora, el conjunto de Kartxela, Barazea, Gaztarria y Ori. En el fondo del valle de Santa Grazi las entalladuras profundas de las gargantas de Ehujarre y Kakueta, hacia el norte los picachos de Argibiela sobre Montori y Sodu en Barlanes donde se inicia el alzamiento del Pirineo bearnés. De la cumbre no tenemos más que seguir en la misma dirección para descender al collado de Hourcières, donde veremos al paso una mesa panorámica.

En el collado daremos con la pista que hemos ignorado en el collado anterior para continuar unos metros hacia el hayedo cercano. Hasta aquí se ven las señales amarillas de un sendero PR que realiza la vuelta de las crestas de Izarbe. Justo entrados en la penumbra del bosque se abandona la pista para continuar por una borrosa senda por el perfil del cordal bajo la techumbre de una gran variedad de arbolado mixto y brezales hasta alcanzar el puntal cimero de Arbuti (1542 m.). La vista se abre sobre el collado de Lacurde, que separa la vecina cumbre de Iguntze, montaña que establece la muga entre Zuberoa y Biarno. La visión panorámica es parecida a la de Izarbe.

De regreso a la pista que hemos abandonado en el collado de Hourciéres, seguir por ella perdiendo algo de altura bajo la techumbre de altivas hayas y abetos hasta alcanzar una curva de la pista en un rellano. Aquí el bosque nos dejará ver en frente a vista de pájaro el fenomenal cañón de Kakueta y las cumbres de Kartxela y Barazea. A la derecha de la curva un amplio camino lleva hacia el barrio de Kaserna de Santa Grazi. Finalmente la pista nos llevará de regreso por terreno llano, bordeando las laderas de Izarbe entre la fronda de un bosque donde grabar la retina de bucólicas imágenes acompañadas de sensaciones de armonía y placidez.