Tres cooperantes, uno de ellos miembro de la ONG Mundubat -Enric Gonyalons, natural de Mallorca pero residente en Bilbo-, fueron secuestrados en la medianoche del sábado en Rabuni, en territorio argelino, cerca de los campos de concentración de refugiados saharauis de Tinduf. Goyalons, Ainhoa Fernández de Rincón, de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Extremadura, y Rosella Urru, del Comité Italiano para el Desarrollo de los Pueblos (CISP), fueron atacados, según informaron a Efe testigos, por hombres armados que estaban vestidos de militares.

Los asaltantes irrumpieron en el campo a bordo de dos Toyota y entraron directamente en la sala de recepción del edificio para dirigirse a la habitación donde se encontraban los cooperantes, quienes fueron reducidos a golpes y sacados del lugar ante la mirada del conductor que habían contratado para que les trasladara durante su labor de voluntariado. Cuando el conductor se aproximó al grupo, recibió un disparo en el cuello que le dejó herido de gravedad.

Desde poco después de la 1.00 de ayer se mantiene un dispositivo de búsqueda desde el norte de Mauritania hacia Mali, a donde sospechan que viajan los secuestradores. Seis vehículos del Frente Polisario participaron en la persecución, con la intención de detenerles en el mar de dunas que se encuentra antes de la frontera con Mali, aunque a la hora de cerrar esta información se desconocía aún el desenlace del operativo.

A mediodía, una vez se confirmó el secuestro, Iñaki Markiegi, presidente de Mundubat, confirmó desde Bilbo que su compañero tenía heridas leves a raíz del ataque, que se produjo cuando los cooperantes «estaban durmiendo». Goyolons ejerce como coordinador del equipo de la ONG vasca en Rabuni.

«Se han montado todos los protocolos de seguridad y se están dando pasos importantes para tratar de conseguir la liberación lo antes posible, pero no hay ninguna noticia más», manifestó Iñaki Markiegi, para destacar con posterioridad el «enfado y preocupación» de los sa- harauis «por el hecho de que les hayan hecho eso en sus propios campamentos».

No se conocen los motivos

Desde Tinduf, el responsable de seguridad de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Akeik, dijo que los secuestradores era una decena y entraron desde Mali. Ante la inseguridad que se pueda crear en la zona, Akeik subrayó que «vamos a garantizar la seguridad de los amigos del pueblo saharaui». Fuentes saharauis indicaron que «hasta el momento se desconocen las motivaciones del secuestro».

Las autoridades se refirieron a los captores, en un comunicado, como «terroristas», atribuyéndolo a Al Qaeda en el Magreb Islámico. Este grupo ha protagonizado secuestros en el sur de Argelia, Mali y Mauritania, pero nunca en la zona de los campos de refugiados saharauis controlados por el Frente Polisario.

El presidente de la RASD, Mohamed Abdelaziz, denunció que el secuestro supone un «ataque terrorista» para intimidar a los extranjeros que ayudan al pueblo saharaui. Aprovechó además para emplazar a la comunidad internacional a condenar el «cobarde ataque» y a «solidarizarse, ayudar y apoyar al pueblo saharaui y al Frente Polisario para hacer frente a este acto».

El Ministerio español de Asuntos Exteriores señaló que estaba realizando todas las acciones necesarias «con la máxima discreción» para asegurar la integridad física de los cooperantes y conseguir su pronta liberación. «Trabajamos como siempre, con mucha prudencia», precisó la ministra.

Según relató a Efe en Tinduf Juan Bedialauneta, cooperante de la ONG Hegoa, Ainhoa Fernández de Rincón fue sacada de su módulo a la fuerza, tras romper los asaltantes la puerta, después de que la joven llamara a una compañera que estaba fuera del recinto, cenando con unos amigos, y le dijera que había hombres armados, vestidos de militares.

En otro módulo, el número 3, continuó Bedialauneta, se encontraba Gonyalons, que «al parecer estaba leyendo, porque había un libro en el suelo, y también parece ser que opuso resistencia». Fuentes de la RASD señalaron que podría estar herido y la agencia Efe constató que en la entrada de su modulo había manchas de sangre en el suelo y un casquillo de bala.

Rosella Urru, por su parte, se encontraba en el modulo 1 y estaba sola tras cenar allí con un grupo de personas que ya habían abandonado el lugar. El navarro Alberto Jiménez Vallés, de la Asociación de Trabajadores y técnicos sin Fronteras, se encontraba con la italiana, «salió un momento a hablar con su mujer y mientras hablaba con ellas pasó todo», según informó el coordinador de esta asociación, Alfonso Torres, desde Iruñea.