Carlos GIL | Analista cultural
Tatuajes
Los barcos con nombre extranjero ahora transportan ciudades flotantes habitadas por humanidades estabuladas. Miles de seres captados por anuncios funcionales que conviven entre escalas en puertos reconstruidos y seleccionados para potenciar el consumo y la fotografía de cena de matrimonios, mientras en los diferentes estamentos del paquebote se ofrecen todos los símbolos de una sociedad planificada. Teatros con espectáculos de franquicia para entretener, música ambiental anodina tocada en directo, juegos infantiles y animaciones llevadas por actrices con ambiciones reconvertidas. La mirada descubre cuerpos aceitosos que resaltan los tatuajes convertidos en estampaciones de una moda que emite mensajes de consumo en la piel de una juventud que busca una identificación externa. Literatura barata de consumo rápido de quita y pon.