Tras siete meses de trabajo, las denuncias interpuestas por Greenpeace contra la central nu- clear de Garoña han dado sus frutos. Según revelaba ayer ``El País'', la Fiscalía de Medio Ambiente de Zaragoza ha decidido abrir una investigación para aclarar si la planta burgalesa está provocando el calentamiento del río Ebro aguas abajo de la central, una idea defendida por los ecologistas y rechazada por Nuclenor.

Este fenómeno, denominado contaminación térmica, debería estar controlado por el Estado o bien por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que actúa como representante del Ministerio de Medio Ambiente en la frontera sur de Euskal Herria. Sin embargo, tal como explicó a GARA el responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, parece que los responsables políticos españoles prefieren no molestar a Nuclenor, y han optado por «encubrir» la alteración climática producida por Garoña en las aguas del Ebro y en el embalse de Sobrón, situado en el límite entre Araba y Burgos.

Según señaló Bravo, la CHE no conoce el estado térmico del Ebro porque acepta los informes redactados por Nuclenor, unos estudios «falseados» donde no se recoge la verdadera temperatura del agua empleada en el proceso de refrigeración del reactor, similar al de la planta japonesa de Fukushima.

En opinión del responsable ecologista, las irregularidades en los muestreos de la temperatura dejan en evidencia los estudios realizados por la empresa eléctrica y constatan la falta de control del Estado español sobre el vertido de agua caliente al río Ebro. Ahora, con la intervención de la Fiscalía, Greenpeace espera que se tomen medidas para reducir la incidencia de Garoña sobre la temperatura del río aguas abajo de la planta.