Raimundo Fitero
Dobladores
Existe una serie que se está convirtiendo en un éxito global «Modern Family», «Familia Moderna» en la que en forma de falso documental nos ofrece a un tipo rozando los sesenta Jay Prittchet casado con una colombiana más joven llamada Gloria, la cual tiene un hijo pequeño llamado Manny. Él, por su parte, tiene dos hijos: Claire, una ama de casa casada con Phil Dunphy y madre de Haley, Alex y Luke, y Mitchell, un homosexual que adopta a una pequeña vietnamita llamada Lily junto a su novio Cameron. Con estos personajes van creando una excelente serie, un documental alucinante, con unos guiones muy afinados, y unas interpretaciones que desbordan credibilidad, un extraño daguerrotipo de una familia que aparentemente viven en unos signos de modernidad que encierra unos rasgos profundos de conservadurismo en asuntos esenciales.
Es indudablemente la forma en la que está narrada la que aporta novedades, porque al usar esa fórmula del documental, siempre se parte de una pregunta, se desarrolla con ejemplos de la vida cotidiana, y después, los propios personajes, en voz en off, opinan sobre los sucedido, a modo de una parodia de terapia de grupo que aporta otra vez ingredientes diferentes a la serie que acaparó seis premios Emmy, pero tuvo catorce candidaturas, lo que representa que es una serie muy admirada, muy potente y que rompe varios prejuicios incidiendo en un tema muy querido por la televisión: la familia, aunque aquí sea, aparentemente, una variación más actual.
He visionado varios capítulos en un avión de largo recorrido, y lo que más me impresionó es que al final de los títulos de crédito, cosa insólita, aparecían los nombres de los dobladores. Personaje, seguido del actor original y del actor o actriz que le había prestado la voz. Era en un doblaje en estudios mexicanos, pero con acento neutro, para muchas cadenas de habla hispana, bastante acertado. Este detalle es algo importante, porque al menos sabríamos quién perpetra algunos crímenes de la interpretación en nuestras televisiones. Y por otro lado, si se dobla, al menos que se reconozca el trabajo como una aportación impostada al producto final.