CRíTICA cine
«Eva» Robots sensibles
Mikel INSAUSTI
Igual que antes la producción de serie “B” supo abordar el género de ciencia-ficción contrarrestando la falta de medios con mucha imaginación, en la actualidad el cine “indie” asimila la temática futurista desde el intimismo. “Eva” se contagia de una tendencia que no conoce fronteras, y por eso no parece una película hecha en el Estado español. Guarda no poca proximidad con la reciente “Otra tierra”, aplicando un tratamiento de folletín o melodrama familiar de la misma manera que el estadounidense Mike Cahill optaba por el romance de ribetes existencialistas. El también debutante Kike Maillo mira hacia el destino de la humanidad en base a sus sentimientos, planteando una prolongación del plano afectivo en conflicto con el desarrollo tecnológico. Su protagonista es un joven ingeniero cibernético que lucha por buscar un equilibrio entre la robótica y la carga emocional, introduciendo en el diseño de los androides características personales y una sensibilidad propia.
En “Eva” se pasa de la inteligencia artificial con la que soñó Kubrick a la inteligencia emocional, facilitando a los intérpretes de carne y hueso la naturalidad en las caracterizaciones de los robots. La niña Claudia Vega no puede resultar más convincente en el papel del perfeccionado modelo que da título a la película, sin desmerecer al lado del mucho más experimentado Lluis Homar, genial en su cometido de robótico mayordomo, al que se le cambia la expresión según se autoprograma distintos niveles dentro de su potencial anímico. En consecuencia los efectos especiales tienen más de poéticos que de espectaculares, encajando en unos ambientes alejados del tan extendido concepto de gran metrópoli, mediante paisajes nevados en una población turística de alta montaña. La narrativa de anticipación tiene la ventaja de que la ilustración del futuro, por desconocida, no puede ser contestada; pero no se entiende que la evolución en el vestuario o la decoración se detenga mientras la investigación científica avanza.