Situación insostenible, no solo en Italia
La decisión de Silvio Berlusconi de presentar su dimisión una vez se haya aprobado el plan de ajuste impuesto por la Unión Europea parecía haber calmado a los mercados, pero éstos poco tardaron ayer en volver a la senda de las anteriores jornadas. Al parecer, los inversores no se fían del primer ministro italiano, y el coste de la deuda del país trasalpino llegó a cotas que, a juicio de los analistas, hacen imposible que pueda obtener financiación por sus propios medios.
La situación se habría vuelto insostenible para Italia, con una prima de riesgo superior a las que condujeron al rescate de Grecia, Irlanda y Portugal. Puede que así sea, pero no solo para Italia, sino también para el conjunto de Europa. Y no porque la economía italiana sea tres veces superior a la griega, la irlandesa y la portuguesa juntas, lo que haría de cualquier intento de rescate un esfuerzo titánico que las arcas europeas no se pueden permitir, sino porque la UE ha entrado en una dinámica en la que son los mercados los que deciden cuándo un país puede hacer frente a sus compromisos y cuándo debe ser rescatado. La situación económica de Italia no ha empeorado drásticamente en las últimas semanas, ni siquiera desde hace unos meses, cuando el diferencial con el bono alemán era la mitad del actual. Pero los mercados han decidido que Berlusconi debe irse, y que debe hacerlo ya. Es una decisión política, no económica, como la mayoría de las que han convulsionado a la UE desde el inicio de la crisis.
Silvio Berlusconi debe marcharse por muchas razones. Es un empresario que llegó al poder y se ha mantenido allí gracias a su imperio mediático y económico, pero ha sido un mandatario incapaz, que ha enfrentado a la sociedad italiana, además de machista, demagogo y demasiado cercano al fascismo. Por eso debe abandonar el Gobierno, no porque los inversores hayan decidido ahora que ya no confían en él. Ceder el mando de la política a los mercados es muy arriesgado, y nadie está a salvo de sus consecuencias.