Complementar un parque tecnológico o científico con apartamentos o residencias para los investigadores es cada vez más habitual. Al personal científico e investigador estas instalaciones le facilitan mucho el día a día ya que se trata de edificios destinados a cubrir sus necesidades, con servicios adaptados a su estilo de vida.

En Donostia, por ejemplo, hace seis meses que abrió sus puertas el Talent House, una residencia transitoria que en la actualidad, tal y como informó el Ayuntamiento de la capital guipuzcoana esta semana, «roza» el lleno, con 140 científicos procedentes de treinta países ocupando sus ochenta apartamentos.

La UPV-EHU mira en la misma dirección. De hecho, el futuro Parque Científico que se está construyendo en el campus de Leioa albergará, entre otras instalaciones, un acelerador de partículas y una residencia para el personal investigador y estudiantes de postgrado. «La importancia de la investigación es cada vez mayor en la Universidad del País Vasco», asegura Carmelo Garitaonandia, vicerrector del Campus de Bizkaia. Según los datos que maneja, en los últimos años el número de artículos científicos se ha multiplicado por cinco, se han desarrollado más de 600 proyectos de investigación, más de 300 tesis doctorales y se han presentado 52 patentes en el último año. Recientemente, el Ministerio de Educación reconoció a la UPV-EHU como «la Universidad del Estado que tiene más programas de doctorados de excelencia, que son 32». A estas cifras, habría que sumarle las que generará en un futuro la actividad del Parque Científico.

En palabras de Garitaonandia, el hecho de construir la residencia no significa que en la actualidad los investigadores no tengan donde alojarse, porque en la capital vizcaina existen varias residencias universitarias, pero se trata de un servicio específico. «La importancia en la investigación es cada vez mayor, y no teníamos una infraestructura adecuada. No solo es el talento que se genera en Euskal Herria -opina-, sino el talento que atrae y esto en los programas de doctorado es muy importante, garantizando ciertas comodidades y servicios».

Para ello, realizaron un estudio para determinar cuál es la demanda en Bizkaia en los próximos años. Según las estimaciones, serían necesarias alrededor de 260 plazas: 80 para el personal investigador senior y 180 para el personal junior.

Metros cuadrados vs metros cúbicos

Para elegir el proyecto, la UPV-EHU convocó un concurso de ideas financiado con fondos de la Fundación Euskampus. Tras las deliberaciones, el proyecto METROcúbico del estudio barcelonés aq4 Arquitectura se alzó con el primer premio, dotado de 21.00 euros. El segundo premio, de 9.000 euros, se lo llevó el proyecto Magic Box de Javier Gómez. Además de estos dos, los 24 proyectos restantes que se presentaron serán recopilados próximamente en una publicación.

Volviendo al proyecto ganador, Ibon Bilbao, de aq4 Arquitectura, ha trabajado en él junto con Jordi Campos, Caterina Figuerola y Carlos Gelpí, y con María Giramé, Claudia Roca, Gastón Saboulard y Marta Milá como colaboradores. Bilbao destaca que, a la hora de diseñar METROcúbico, una de las premisas principales del equipo fue insertar el edificio en el Parque Científico como una pieza más del conjunto: «Se trataba de diseñar habitaciones, es decir, un espacio menor que el de los laboratorios y los aularios. Por eso, ya que veíamos muy importante que el edificio tuviera la escala de los demás, esto nos daba pie a proponer algo muy específico y que es difícil de proponer en otros lados: darle volumen utilizando una altura mayor de lo normal en las zonas habitables». Así, al estudiante no se le dan metros cuadrados, sino metros cúbicos. «De ahí el nombre- indica-. El estudiante dispone de dos niveles en su hábitat: el nivel del suelo, que ya no está ocupado por la cama, que es el mueble que normalmente acapara casi la mitad de la superficie, en el que se ubica la zona de estudio, almacenaje y cocina. Mientras tanto, la zona de descanso está situada en un altillo».

Otra de las apuestas que hacían desde el estudio ha sido el de introducir tres patios orientados al norte. De esta manera, las viviendas que miraban en esa dirección se reorientaban al este-oeste y, por lo tanto, se reconduce la mala orientación que suponía hacerlo hacia el norte. «Gracias a estos tres espacios, tanto estas habitaciones como las que miran al sur tienen muchas horas de luz, siendo más sostenible y de mejores recursos energéticos y sobre todo un confort, que es el sol».

Espacio reutilizable

Conscientes de cuál es la situación económica global, han intentado dar una solución «muy sencilla, repetible y fácil de fabricarlo en serie», en palabras de Bilbao. «Estas cajas habitables», como él las llama, están insertadas en una estructura prefabricada que se utiliza en «muchísimos edificios públicos»: pocos pilares y elementos que salvan luces importantes. Y aquí reside otra de las grandes características de la propuesta ganadora: si en un futuro la UPV-EHU quisiera destinar este edificio, como una pieza más, a laboratorios, aularios o a empresa lo podría hacer, porque los módulos son desmontables. «Los muebles se pueden desmontar -explica el arquitecto-. La divisoria entre los diferentes habitantes se produce porque ese mueble grueso alberga todo su material, como libros, etc... y genera los biombos de separación». Todo eso se puede desmontar dentro de veinte o treinta años y la estructura está preparada para su nuevo uso, sin tener que modificar las fachadas. «Defendemos la sostenibilidad e intentamos defenderla con hechos reales». La reutilización es, a su juicio, una apuesta de futuro: «tenemos que movernos en esa dirección, el usar y tirar debe estar prohibido».