Alcanzar el objetivo previsto no es una tarea sencilla para ninguna misión espacial. La corta historia de la astronáutica está plagada de errores de cálculo y fallos técnicos, algunos de ellos con resultado trágico, como el del transbordador estadounidense Challenger, cuyos siete tripulantes tuvieron como destino final la muerte apenas un minuto después de despegar, el 28 de enero de 1986, desde el centro espacial Kennedy, en Florida.

Sin consecuencias tan dramáticas, ayer se sumó a la lista de intentos fallidos la misión rusa Fobos-Grunt, que tenía como destino las dos lunas de Marte de las que tomó el nombre. El cohete Zenit-2SB despegó desde el centro espacial Baikonur, en Kazajistán, pero no consiguió entrar en la trayectoria hacia el planeta rojo.

La nave, diseñada para traer de vuelta rocas y muestras de tierra de Fobos, se encuentra ahora atrapada en una «órbita de apoyo» en torno a la Tierra. Según informó Vladimir Popovkin, director de Rosocosmos, la agencia espacial rusa, los ingenieros tienen dos semanas para reiniciar los motores de la nave antes de que se agoten las baterías, aunque precisó que puede permanecer en órbita hasta cuatro semanas.

«Un análisis más exhaustivo del parámetro de la órbita y del suministro de combustible a bordo ha mostrado que tales comandos deben ser modificados en dos semanas», indicó Popovkin, en declaraciones citadas por la agencia RIA Novosti y difundidas por Europa Press.

Estaba previsto que, una vez desprendida del Zenit, la Fobos-Grunt debía utilizar su propulsor para entrar en la órbita marciana. Según explicó Popovkin, el origen del problema podría estar en un fallo mecánico. «Es un sistema muy complejo, puede que los ordenadores a bordo simplemente fallaran al enviar el comando `encender' al motor», apuntó.

Si los técnicos de Rosocosmos no logran reprogramar el vuelo, la Fobos-Grunt tendría un nuevo destino: convertirse en chatarra espacial. Y también existe el riesgo de que acabe cayendo a la superficie terrestre a raíz de la pérdida de velocidad.