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ELECCIONES EN UN NUEVO TIEMPO

Tiempo de optimismo, compromiso y un par de txakolis

Ese exigente desafío, que con gran acierto ubicas en la calle, encuentra igualmente sentido en la invitación de quienes en este momento reclaman que la cimentación de los puentes recién construidos se selle con un significativo apoyo el 20N.

Anjel ORDOÑEZ  Periodista

Atiendo y entiendo, estimado Antonio, la serena pero firme preocupación que el día después despierta en quienes contemplamos la defensa de la soberanía como la única herramienta capaz de levantar un futuro en paz para Euskal Herria. El camino que recorre este pueblo, por fin y después de décadas, siglos, de estoica angostura, comienza a ampliarse y permite avanzar a un ritmo hasta ahora insólito. Desde luego, Antonio, ésa que es un elevada razón para el optimismo, no debiera nunca tornarse en autocomplaciente e irresponsable inacción que facilitara a la turba «popular», ebria por el recuento de papeletas, obstaculizar el proceso abierto. Y ese exigente desafío, que con gran acierto ubicas en la calle, encuentra igualmente sentido en la invitación de quienes en este momento reclaman que la cimentación de los puentes recién construidos se selle con un significativo apoyo el 20N.

Pocas dudas me caben de que la ciudadanía vasca sabrá valorar el enérgico esfuerzo de coherencia realizado por quienes han dejado a un lado sus diferencias para encontrarse en las coincidencias y reventar así inercias viciadas por tantos años de inexplicable desencuentro. Una iniciativa que, lamentablemente, se le ha atragantado a un PNV que, por enésima vez, desnuda la magnitud de sus servidumbres -tanto externas como intestinas-, su dificultad para reaccionar ante las oportunidades que exigen arriesgar de verdad, con la honestidad del que no duda en exponer su hacienda, por rica que sea, para proteger su historia. Mentiría, Antonio, si te dijese que esperaba otra cosa de Urkullus, Bilbaos y Azkunas. Pero también lo haría si no admitiese que, a pesar de todo, albergo una obstinada confianza en que los caminos terminarán por encontrarse y discurrir, si no fundidos, sí en paralela sintonía. Más pronto que tarde.

Nada termina, insisto, amigo Antonio, en la noche del 20N. Y si no cabe obviar que la agoritmia electoral definirá las estrategias políticas inmediatas, tiempo habrá para sofocar esa «turba» encendida con fuerza en el tártaro de un Estado que amenaza con dejarse su fino tegumento democrático enganchado en el zarzal de la machacona negación a éste y a otros pueblos. Y tiempo, cómo no, también para ese pincho y, añado, un txakoli. Salud.

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