Mikel INSAUSTI

Si creías que lo has visto todo sobre películas con niño y mascota es que no conoces “Dolphin Tale”, porque te aseguro que te va a sorprender para bien o para mal, y que no te va a dejar indiferente. La perplejidad del espectador ante algo así es también extensible a la del crítico, pues aún sabiendo que está ante una película por demás maniquea, no es menos cierto que ha de reconocer lo bien que funciona como producto familiar, tras haber doblado en la taquilla estadounidense la cantidad invertida. Y si ya pones en la balanza el corazoncito de cinéfilo se termina por inclinar del lado positivo, dado lo entrañable que resulta Charles Martin Smith, al que hemos visto crecer como actor desde los tiempos adolescentes de “American Graffiti” hasta convertirse en un director en el que confían sus colegas de la interpretación. El reparto que ha reunido en torno al cantante Harry Connick Jr. y a Ashley Judd cuenta con veteranísimos de la talla de Kris Kristofferson, Frances Sternhagen y Morgan Freeman.

Lo más increíble de todo es que bajo su apariencia de inofensiva película infantil, “Dolphin Tale” trata muchos grandes y controvertidos temas, que van desde la denuncia ecologista de los métodos de pesca agresivos a la integración social de los soldados con discapacidades causadas por heridas de guerra, pasando por la falta de ayudas a la investigación científica, y más en concreto a la que llevan a cabo los biólogos marinos. Los guionistas se las arreglan para reconducir todos esos contenidos de peso por la vía argumental de un canto a la familia como educadora en el conservacionismo ambiental, a la vez que aboga en su conclusión final por una equiparación entre animales y humanos. Esto último se consigue al tratar la vida del delfín Winter como la de cualquier otro protagonista de un “biopic” sobre superación de enfermedades graves, siguiendo su largo y tortuoso proceso clínico a partir de la perdida de la cola, que se saldará con éxito gracias a una prótesis experimental.