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La edad adulta de la violencia sexista

La violencia sexista que sufren las mujeres mayores de 60 años y jubiladas es una realidad de la que poco o casi nada se habla, a pesar de que sólo en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba hay más de 13.000 víctimas. Según LAB, la falta de recursos económicos y sociales es caldo de cultivo para abusos físicos, síquicos e incluso sexuales.

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Oihane LARRETXEA

Mujeres separadas, casadas o solteras. Mujeres que son madres y que no. Adultas, jóvenes, adolescentes... El perfil de la mujer que sufre violencia machista, aunque ésta sea muy sutil, resulta múltiple. En realidad, puede decirse que no hay perfiles. El eco o el reflejo de determinados patrones, sin embargo, es más visible que el de otros. Es el caso de las mujeres jubiladas o de aquellas que superan los 60 años.

Preocupadas por esta realidad, las componentes del Area de la Mujer y el Area de Mayores y Pensionistas de LAB han dado continuidad al estudio que emprendieron hace tres años al respecto. Entonces evidenciaron que la pobreza en este colectivo -y que afecta especialmente a las mujeres- agrava las situaciones de maltrato a las personas mayores, también con especial incidencia sobre ellas, las mujeres. Los diagnósticos actuales tampoco dibujan una situación más esperanzadora, según adelantaron en la comparecencia celebrada ayer en Donostia. En opinión de Zaloa Ibeas, secretaria del área de la Mujer, «si algo queda reflejado es el nexo entre la falta de recursos económicos y sociales y las situaciones de violencia sexista y exclusión social, que no permite a las mujeres mayores poder hacer frente a estas situaciones». Y advirtió de que los recortes en las ayudas no harán sino agudizar aún más la situación.

Según los datos aportados por Lakua y rescatados ayer por LAB, alrededor de 13.000 residentes en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba mayores de 60 años podrían estar sufriendo algún tipo de maltrato. Además, el 75% de las personas que ejercen esta práctica son hombres del entorno familiar; en la mitad de los casos, son los hijos e hijas quienes maltratan.

Dotarlas de autonomía

En palabras de Itziar Usandizaga y Sagra López, representantes del Área de Mayores y Pensionistas del sindicato, la causa de la violencia sexista tiene su origen en nuestra sociedad, «capitalista y patriarcal», que condena al sexo femenino «a una vida de sumi- sión, dependencia económica y afectiva de los hombres». La violencia perdura, en su opinión, por motivos sociales y económicos, matizando que cuando se habla de maltrato existen varios tipos: negligencia física y sicológica, maltrato físico y síquico, y los abusos económicos y sexuales.

La situación actual no es sino fruto de las décadas anteriores, en las que la restricción de la mujer al mercado laboral regulado estaba al orden del día. Se producía, en consecuencia, una incapacidad para «hacer frente a situaciones de sumisión» por la falta de recursos. Asimismo, es a ellas a quienes se les ha asignado de facto tareas de cuidados, sin contemplar ni reparar en sus necesidades y deseos personales.

Por eso, advirtieron, mientras no se adopten -y se apliquen- medidas de conciliación reales, y mientras «sigamos siendo abuelas, madres, hermanas e hijas las que tengamos que seguir haciendo todo el trabajo de cuidados», este sector no podrá recibir los cuidados oportunos cuando así lo necesite. «Si algo está claro -añadió López- es que el trabajo de cuidadoras no tiene jubilación para las mujeres. Así que muchas que deberían estar disfrutando de su jubilación o estar siendo cuidadas tienen que seguir cuidando a sus familiares por la imposibilidad de garantizar unos servicios sociales de calidad».

Que los servicios sanitarios y sociales desarrollen un trabajo de prevención, sean capaces de detectar el problema e intervengan si procediera resulta vital para dotar al sistema y, por consiguiente, a las mujeres mayores de herramientas para llevar la vida que desea cada una, con unas condiciones básicas como el derecho a ingresar en una residencia gratuita y digna o a tener una pensión propia que garantice su autonomía.

Mujeres mayores de 80 años y viudas, las más vulnerables

Los datos aportados ayer por LAB, basados en diferentes estudios, son alarmantes. y es que, el 72% de los casos de maltrato a las personas ancianas afecta a mujeres y más de 950 personas guipuzcoanas mayores de 70 años reconocen ser víctimas de algún tipo de violencia.

Además, más del 36% de las personas afectadas tienen recursos económicos muy bajos, con pensiones que oscilan entre los 300 y los 600 euros, y por lo tanto la posibilidad de no depender de nadie es escasa.

Hay dos colectivos especialmente vulnerables; las mujeres que superan los 80 años y las viudas. «Las primeras viven en situaciones precarias, en casas antiguas sin adaptarlas a sus necesidades», dijo Patricia Álvarez, desde LAB. Las segundas, en opinión de Zaloa Ibeas, están relegadas a un segundo plano y, además, tienen que enfrentarse a la falsa imagen de la necesidad de «depender de un hombre». O.L.

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