«Antes no nos preocupábamos de la prima de riesgo, porque había gestores que lo hacían por nosotros». El candidato del PP a la Presidencia del Gobierno español y futuro inquilino de la Moncloa, Mariano Rajoy, recurrió ayer a las dificultades económicas que azotan a toda la eurozona para apuntillar al aspirante del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. El líder popular cerró la campaña en un multitudinario acto desarrollado en el palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid que transcurrió más en ambiente de investidura que en competición por obtener más votos. Como viene siendo habitual durante los actuales comicios, el histórico momento que vive Euskal Herria ni siquiera fue mencionado, aunque sí que se escucharon insistentes referencias a la «unidad de España».

«No conviene engañarse, esto no se arreglará de la noche a la mañana. Hace falta mucho esfuerzo y hará falta más. Nada es gratis. Aquí no regala nadie nada», señaló Rajoy ante más de 15.000 personas en la única referencia a los recortes sociales que vaticinan a su gestión. Durante toda la campaña, el futuro inquilino de la Moncloa ha mantenido este perfil para evitar una movilización de la izquierda.

Previamente, María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, ya había advertido de que dentro de dos días comienza una época para «la creación de empleo», pero también «para la austeridad y las grandes reformas».

Rajoy se siente presidente y tiene claro que llegará al cargo con mayoría holgada. Por este motivo, apenas se escucharon llamamientos a acudir a las urnas. Únicamente el candidato realizó una petición expresa. Ni Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, ni Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ni María Dolores de Cospedal, se molestaron en hacer menciones a la movilización del electorado. Su discurso se centró en culpar al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero de la crisis económica que azota al Estado español (y también a otros países europeos) sin entrar a profundizar en sus recetas.

Las apelaciones al patrioterismo español se convirtieron en una de las principales apuestas. De hecho, la intervención de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la más aplaudida después de la del candidato, definió la base del mensaje: «Si somos los mejores en deporte, también podemos serlo a la hora de salir del atolladero», clamó Aguirre, que previamente había advertido de que llegan tiempos de «apretarse el cinturón».

En este sentido, Rajoy apeló a la emoción de un público entregado cuando aseguró que «quiero que estemos en Europa para decidir y proponer, no para que nos den órdenes». En esta línea, fueron insistentes las llamadas a la «unidad de España» como receta para confrontar los problemas económicos. Aunque también aquí hubo recados para Zapatero, a quienes los derechistas españoles recordaron su afirmación de que el Estado español era «una nación discutida y discutible» y aseguraron que, con su Ejecutivo, se convertirá en «una gran nación».