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Raimundo Fitero

Descarado brindis

No saben guardar las formas. Los dirigentes del PP que aparecieron en la noche electoral, con Mariano Rajoy al frente, mantuvieron una actitud responsable, yo diría que estaban incluso asustados por la gran responsabilidad que acababan de aceptar con los resultados. Sus discursos fueron medidos, moderados, institucionales, apelando a un compromiso de trabajo. Nada nuevo. Muy de manual. Incluso Rajoy mandó callar a sus más beligerantes fans que atascaban la calle Génova. Se entiende que estaban ensayando una manera de transmitir una forma elegante de saber ganar.

Pero en sus medios de comunicación, especialmente en la extrema derecha de la TDT, perdieron todas las formas. Se entiende que los de Intereconomía metan dentelladas en el cadáver del partido derrotado, que sigan diciendo barbaridades de la aparición de Amaiur, pero en Veo, con esa cuadrilla de meritorios para buscarse un lugar al sol que más calienta, brindaron con vino espumoso, satisfechos. Seguramente están convencidos de que les corresponde parte del pastel, que su contribución a este azulado del mapa peninsular es notable, pero nunca se había visto en un programa de televisión de noche electoral, que los tertulianos celebrasen una victoria o una derrota. Es la telebasura en su expresión más hedionda. Son los periodistas de partido, los asalariados de la intoxicación, la mentira. Lo malo es que están crecidos y que seguirán dando lecciones de malas artes periodísticas.

Todas las noches electorales dejan secuelas en los medios. Las esperanzas, incluso el trabajo de muchos de los que aparecen, tienen alguna vinculación con las mayorías resultantes. En esta ocasión, la cara de aquellos que estaban en algunas mesas por cuota del partido desastre lo mostraban en sus caras y en la expresión de sus análisis urgentes. Es demasiado pronto para asimilar todo lo que sucedió. Atentos a las pantallas porque la situación es nueva. Demasiado poder para las gaviotas. Lo del PSOE es una demolición. ¿Se enterará Paquito López de su realidad? ¿Hasta cuando le sostendrá Antonio? ¿De qué presume Urkullu? Seguimos escrutando los datos. El futuro es nuestro.

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