Mikel INSAUSTI

En lugar de ceñirse al activismo político, lo que hizo Uli Edel en “R.A.F. Facción del Ejército Rojo”, Andres Veiel pretende hacer un retrato generacional más amplío de aquellos jóvenes alemanes de los 60 en “Si no nosotros, ¿quién?”. Así, deja el impacto de la acción a un lado para reflejar otros aspectos vivenciales más intimistas, rotos por la proliferación de imágenes de archivo extraídas de noticieros de la época, muchas de ellas en blanco y negro. Tales insertos denotan la formación documentalista del realizador, pero van acompañados de un montaje musical algo tópico (el “Keep on Running” de Spencer Davis Group sirve de canción emblemática). No obstante, lo literario tiene un mayor peso en el desarrollo personal de los protagonistas, con el escritor paganista Hans Henny Jahnn como principal referencia. Si a todo ello le sumamos la influencia de las drogas psicodélicas, o la puesta en práctica del amor libre o de la vida comunal, cabe concluir que la película intenta abarcar demasiado y cae en la dispersión.

Una vez más, y en esto el cine alemán incurre con mucha frecuencia, Andres Veiel propone un debate interno. De nuevo se trata de saldar cuentas pendientes con la historia, todas ellas relativas a la herencia del nazismo. Lo que une al aspirante a escritor Bernward Vesper y a la futura militante de la izquierda radical Gudrun Ensslin es el pasado de sus respectivos padres, y el modo en que condiciona sus existencias. El padre de Bernward era el poeta filo nazi Will Vesper, por lo que se autoimpone la tarea de lavar el nombre del progenitor reeditando su obra mediante una edición crítica. El de Gudrun era cristiano, aunque se alistó para combatir durante la II Guerra Mundial, según él, presionado por su familia. La pareja se entiende en su conciencia nacionalista, pese a las diferencias ideológicas con sus mayores, al situar como enemigo común al imperialismo yanqui. La explosiva aparición de Andreas Baader en escena terminará de romper tan frágil equilibrio.