«La chispa de la vida» sigue el hilo que ha tomado la carrera de Álex de la Iglesia y es que, tal y como sucedía con «Balada triste de trompeta», ésta también es una tragicomedia. «No puedo evitar la comedia, es algo que forma parte de mi manera de ver el mundo y cuando quiero contar algo serio siempre lo voy a hacer a través de la comedia», explicó el director horas después del primer pase de prensa de su último trabajo.

«La chispa de la vida», que se preestrenó ayer en Bilbo y que se estrenará oficialmente el 13 de enero del año que viene, retrata las vicisitudes de Roberto (el cómico José Mota), el creador de la campaña «La chispa de la vida» de Coca Cola, que tras dos años en paro busca un trabajo entre quienes antes habían sido sus subordinados. La humillación y la desesperación de no encontrarlo le llevan a Cartagena en busca del hotel donde pasó su luna de miel, pero en su lugar encuentra un teatro romano que ha sido descubierto en el subsuelo y es allí donde, por accidente, cae al vacío y se clava una barra de hierro en la cabeza que lo deja inmovilizado. A partir de entonces, comienza el gran circo, cuando Roberto decide hacer de su situación un negocio para televisión con el fin de conseguir el dinero que no tiene para mantener a su familia ante la atónita mirada de su mujer Luisa (la mexicana Salma Hayek).

«Es la comedia más agria, amarga y cercana a acontecimientos que nos rodean a todos. Es una película que no oculta hablar sobre la crisis y cómo nos encontramos todos los que vivimos dentro de ella», dijo De la Iglesia. Pero, sobre todo, la película habla sobre si en esos momentos se puede mantener la dignidad, cuando «un accidente te obliga a decidir quién eres en unos segundos».

A algunos les puede recordar a «El gran carnaval», aunque la cinta dirigida por Billy Wilder ha sido para el director un referente precisamente «para no tenerla en cuenta» y plantea, además, un punto de vista «totalmente distinto». Si en la película protagonizada por Kirk Douglas es el periodista el que convierte la muerte en espectáculo, en ésta «la situación ha cambiado tanto que es el mismo animal herido el que llama a los buitres. Eso es lo radical de la historia, es como si la víctima pidiera un verdugo».

Un marmitaco «incomible»

La cinta está protagonizada por José Mota y Salma Hayek, y el guionista es Randy Feldman («Tango y Cash», 1989). «Me resulta fascinante hacer esa mezcla en las películas. Juntar a un humorista como José Mota de protagonista de una película dramática, traer a Salma Hayek de París para hacer de su esposa y, por último, conseguir al guionista de `Tango y Cash'. Todo junto hace un marmitako imposible de comer», bromeó. «Hay unas razones para hacer esto. -confesó- Cuando tienes un personaje complejo como éste al que hay que querer de inmediato, es muy bueno trabajar con José (Mota) porque tiene un plus. José es un actor que de entrada de cae bien y del que esperas una broma. Esa angustia es muy buena para la película. Salma (Hayek) es de otro sitio y cuando entra en el drama se ve rodeada de gente que no conoce y entendemos cómo se encuentra, porque sentimos que no forma parte de ese circo».

El film también cuenta con la participación de Juan Luis Galiardo, Blanca Portillo, Fernando Tejero, Juanjo Puigcorbé, Carolina Bang, Antonio Garrido, Manuel Tallafé y Eduardo Casanova.

La película no deja en muy buen lugar a los periodistas y políticos, pero lejos de demonizarlos, el bilbaino intenta entenderlos «por muy diabólicos que sean» porque «si entiendes al malo, entiendes la película». Así, muestra cómo cada uno de ellos está atado a su necesidad de sobrevivir.

Pero, aunque confesó que estuvo tentado de no salvar «absolutamente nada» en la cinta, le pareció más fácil salvar algo: «Lo único que salvo es la dignidad. En este caso son dos mujeres; una periodista y la mujer de Roberto, dos personas que creen que hay algo por lo que luchar aunque sea absurdo o utópico».