Durango, espacio vivo de la cultura vasca
En Euskal Herria son muchos los lugares que por diferentes motivos han adquirido una importante carga simbólica para la ciudadanía. Bien por ser escenario de acontecimientos históricos -Orreaga, Amaiur, Gernika...-, por su carácter místico-religioso -Aralar, Arantzazu...- o por estar ligados a determinadas expresiones sociales o políticas -el velódromo de Anoeta, las campas de Salburua-Foronda...- hay nombres propios que son mucho más que simples topónimos. Y desde hace mucho tiempo Durango, como punto de encuentro de la cultura vasca, forma parte de esa lista por méritos propios. Cada año, decenas de miles de personas llegadas desde todos los herrialdes acuden a orillas del Ibaizabal para conocer de primera mano las novedades de la literatura, de la música y de otros ámbitos de la producción cultural de este país, pero también para sumergirse en un ambiente que no es comparable a ningún otro y que solo puede encontrarse en la Azoka.
La feria de Durango, sin embargo, es mucho más que un símbolo. Es un espacio vivo que se reinventa todos los años para ser atractivo y ofrecer lo mejor de un sector que se vuelca con esta cita. En este sentido, la Azoka ha dado este año un salto de calidad con el estreno de Szenatokia, Irudienea y Kabi@, espacios relacionados con la creación teatral, la audiovisual y los proyectos tecnológicos creados en la red, y que vienen a sumarse a otros ya consolidados como Ahotsenea o el dedicado a los más pequeños. Una oferta cada vez mayor que responde a las necesidades e inquietudes de una sociedad que, en el inicio de la segunda década del siglo XXI, es muy diferente a la de hace apenas unos años.
Desde ayer y hasta el jueves, muchos amigos se van a reencontrar en Landako, para pasear sin prisa por Goienkale, Barrenkale y Artekale, ojear libros e intercambiar sonrisas cómplices con sus autores. No serán pocos los que participen en las movilizaciones convocadas, y algunos, sin duda, alargarán la visita hasta la noche. Porque en la primera semana de diciembre Durango es más que un símbolo, es todo un mundo dentro de un pueblo que está más vivo que nunca.