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Jesús Valencia | Educador Social

195, el Estado navarro

¿Qué deberíamos hacer para ser miembros de pleno derecho de la Asamblea General de la ONU? Lo que han hecho los demás: proclamarnos nación soberana

Dijo Amaiur en la campaña electoral que Madrid es un simple apeadero; pues ¡parada corta y a seguir la marcha! Comentó el diputado Cuadra que «por el mismo precio alpargatas grandes». Así que, una vez comprado el pasaje, ¡hasta el final del trayecto! Vayamos a la Carrera de San Jerónimo a advertir a quienes pretenden retenernos e incordiarnos que nuestro destino es otro. Restauremos nuestro Estado soberano y ocupemos el asiento que nos corresponde en las instancias internacionales.

¿Que si podemos? ¡Ya lo creo! No somos tan populosos como China pero en la Asamblea de la ONU saludaremos a Liechtenstein con sus 37.000 habitantes. No somos tan extensos como Brasil pero más que Andorra con sus 468 kilómetros cuadrados. No somos tan conocidos como Rusia pero ¿qué sabemos de Nauru o Kiribati, miembros de pleno derecho en la Asamblea General? Si otras muchas naciones han sido reconocidas ¿qué deberíamos hacer nosotros para conseguirlo? Pues lo que han hecho las demás: proclamarnos nación soberana.

Algunas han dado ese paso bien arropadas por estados amigos o tras concertar con sus respectivas metrópolis el día y la hora de la independencia. Otras vivieron un proceso más traumático: tuvieron que recurrir a la fusilería para abrirse camino y hacer valer sus derechos. No es nuestro caso. Muchas eligieron un camino menos espinoso: se proclamaron nación libre por decisión mayoritaria y de forma unilateral. ¿Es que contaban con una aplastante mayoría y con el parabién de sus metrópolis? Ni mucho menos. El consenso abrumador es muy conveniente pero no imprescindible; el plebiscito resolutorio de Montenegro fue respaldado por el 55% de la población y fue suficiente. Respecto a la aquiescencia de los poderes metropolitanos habría mucho de qué hablar. La proclamación de independencia de los Países Bálticos sentó muy mal en la agonizante URSS y estos días Israel se manifiesta intratable desde que Palestina solicitó ocupar el puesto 194 en la Asamblea General. Para ello, contamos los vascos con dos elementos a favor, uno antiguo y otro reciente.

No aspiramos a constituirnos ahora como nación ya que lo somos mucho antes que España; apelamos, como Estado navarro, al ejercicio de una soberanía más antigua que la suya. Por lo que respecta a la presente coyuntura, hemos elegido y estamos desarrollando el principio de unilateralidad; el mismo que utilizaron muchas naciones cuando se proclamaron independientes. Sólo nos falta aplicar esta misma estrategia a nuestras relaciones internacionales.

El día en que nos reconstituyamos como Estado independiente habremos de restaurar las Cortes. Ellas, y no los actuales parlamentos particionistas, se encargarán de los trámites de desanexión. Territorialmente asentadas y socialmente respaldadas, deberán pasar por la First Avenue de Nueva York para sellar en el registro nuestra solicitud como Estado 195 de la Asamblea. En el Cap. XIV del Reglamento, relativo a la aceptación de nuevos miembros, encontrarán los pasos a seguir. ¡Mucha suerte!

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