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Fran Balda Alaña Promotor de Egin Dezagun Bidea en Nafarroa

Dispersión: ni un minuto más, ni un accidente más

A una presa lo mismo le da que pisoteen sus derechos en Almería o en Iruñea. Son sus familiares y su entorno quienes sufren la diferencia

Hoy se cumplen siete años de su muerte. Karmele Solaguren, vecina de Barañain, volvía junto a su marido de la cárcel de Alcalá de Henares, donde acababan de visitar a su hijo Ekain. En mitad de la provincia de Soria, una placa de hielo hizo que se salieran de la carretera y, cuando bajaron del coche, fueron atropellados por otro vehículo. Kar- mele murió y Juan Luis sufrió graves heridas.

En este caso, como en tantos, las vulneraciones de derechos a los presos y presas vascas terminaron en tragedia. Lo primero de todo, que Ekain no debería haber estado dispersado si el Estado hubiese cumplido con su propia ley. Además, se dio el caso de que su abuela había muerto recientemente y, como al preso no le permitieron ir a su funeral -algo a lo que tienen derecho-, en su lugar le concedieron un vis especial con sus padres en aquel fatídico seis de diciembre. Finalmente, Ekain quedó libre sin cargos al año siguiente. Y poco después, él también moriría en otro desgraciado accidente.

La dispersión ha dejado vidas rotas dentro y fuera de la cárcel. Dentro, con 21 presos muertos por desasistencia sanitaria. Y fuera, con dieciséis familiares muertos en las carreteras españolas y francesas en los más de cuatrocientos accidentes que hemos sufrido en estos veintidós años de viajes sin fin.

Sólo en los seis últimos meses, familiares y allegados de presos navarros hemos sufrido cuatro accidentes graves, con un saldo de seis personas heridas y doce implicadas. Y hoy, cada fin de semana, cada festivo, cientos de personas siguen poniendo en juego sus vidas para ir a visitar a sus seres queridos. Por eso decimos que es urgente el final de la dispersión, porque cada fin de semana es una ruleta rusa que sigue causando víctimas.

Además, nos parece que ésta no es una cuestión que se deba administrar bajo criterios de oportunidad política, o en base al ritmo que interese a uno u otro partido. Es una cuestión de estricta humanidad. Porque la dispersión ha fracasado en su objetivo de romper a los presos individual y colectivamente, y a una presa lo mismo le da que pisoteen sus derechos en Almería o en Iruñea. Son sus familiares y su entorno quienes sufren la diferencia, así que mantener la dispersión lo único que hace es echar sal en la herida de miles de personas que también se merecen un poco de paz.

También tenemos que decir que los presos y presas tienen derecho a participar del proceso abierto en Euskal Herria, y que su aportación es clave, junto a la del resto de los agentes políticos y sociales de este país. Y para ello, la dispersión no es sino un obstáculo, un elemento que retrasa la solución.

Por eso, decimos: dispersión, ni un minuto más, ni un accidente más. Porque es una cuestión que afecta a los derechos más elementales y requiere una solución inmediata, porque es una fuente continua de sufrimiento y un auténtico anacronismo en los nuevos tiempos políticos que vivimos.

Es evidente que los gobiernos español y francés no tienen ninguna prisa por cambiar su política penitencia, y por eso es tan importante la movilización social, para acabar con esta situación cuanto antes y que no tengamos que llorar a ninguna Karmele más.

Por eso, os invitamos a la manifestación y al acto público contra la dispersión que hemos organizado para este sábado en Barañain, a las movilizaciones por los derechos de los presos y presas que se van a celebrar en Nafarroa en las próximas semanas, y a la gran manifestación del 7 de enero en Bilbo.

Con todos sus derechos, presos y presas políticas vascas a Euskal Herria.

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