Deia, Editorial 2011/12/6
¿Salvese quien pueda?
La consigna que lanzan los gobiernos de la Unión Europea es «¡Salvemos el euro!»; la que ronda la cabeza de los ciudadanos de a pie es «¡Sálvese quien pueda!». Europa se juega en el fragor de esta crisis algo más que su futuro económico; el proyecto de construcción de esa Europa unida se enfrenta a una prueba de fuego, en la que los ciudadanos de los estados que la forman van a ser simples espectadores, en primera instancia, para acabar siendo jueces implacables al final. La desafección y la apatía con la que muchos europeos ven ese proyecto de unidad europea pueden asentarse de forma irreversible en la cultura política de la ciudadanía si se extiende la sospecha de que las instituciones comunes son incapaces de buscar una solución común. (...) Francia y Alemania han decidido liderar la reconversión europea cocinando una receta que trasladarán el próximo viernes, día 9, a sus socios. Nicolas Sarkozy y Angela Merkel han cerrado un acuerdo tras negociar en base al respeto de sus líneas rojas. (...) Parece evidente que cualquier solución conjunta debe pasar, en primer lugar, por el acuerdo entre los gobiernos de las dos economías más potentes de la zona euro. Una ruptura de ambos supondría el fin de la moneda única europea. Pero, a partir de ahí, surge la duda y la sospecha de si las reformas que se plantean obedecen al "¡Sálvese quien pueda!" citado al principio, es decir, si Francia y Alemania están buscando su propia salida aunque el coste para la economía de otros estados vaya a ser inasumible. La apuesta es de alto riesgo, porque un quebranto serio de los niveles de bienestar en los estados menos favorecidos llevará a los ciudadanos de estos a buscar un responsable más allá de sus propias fronteras. Si estos ciudadanos empiezan a considerar el proyecto de unión europea como un títere en manos de las economías más potentes, acabarán por castigar cualquier opción política que apueste por esa Europa unida, por mucho que se les insista en que fuera de ella hace aún más frío del que hoy les hace tiritar. La Unión Europea se la juega. Estados Unidos y Asia, miran.