Análisis | operaciones inmobiliarias de kutxa
Valle Romano
El autor, en un texto no exento de ribetes irónicos, denuncia la operación inmobiliaria de Kutxa en una urbanización de lujo en Estepona (Málaga), para la cual tendrá que provisionar entre 150 y 200 millones de euros, según ha trascendido esta semana.
Isidro ESNAOLA Economista
Llevamos ya varias semanas que nos despertamos con las más variopintas noticias sobre el futuro del euro y esta parece que ha sido una semana clave para su porvenir como moneda de la Unión Europea. Entre tanta noticia catastrófica hay alguna otra que tiene su miga y, sin embargo, pasa desapercibida. Entre ellas destacaría una que afecta a Kutxa.
Gracias al Banco de España nos hemos enterado que la caja de ahorros de Gipuzkoa tiene una promoción inmobiliaria de lujo en Estepona, provincia de Málaga. A primera vista, llama la atención lo lejos se ha ido Kutxa para realizar su obra social.
Pero es que los ricos lo están pasando realmente mal. Si viven en una ciudad cualquiera les puede tocar de vecino a dios sabe quien, y tal y como están las cosas, un día de estos desahucian al susodicho vecino y tienen montada una concentración del 15-M en el portal de casa. ¡Qué vergüenza!
Gentes de bien viviendo mezclados con gentuza. Nada, nada, no hay como vivir en una urbanización privada con un guarda en la puerta que no deje pasar a indeseables, además de tener la piscina, el campo de golf y todo lo necesario para una vida tranquila a la puerta de casa.
Sin olvidar que no se puede comparar al vecindario, todos y todas personas serias y respetables. Con esta clase de vecinos se abre el abanico de posibilidades de conocer a personas bien relacionadas que, quien sabe, el día de mañana te pueden sacar de un apurillo. Desde luego, no hay nada como las urbanizaciones privadas para que los ricos pueda vivir ajenos a los desastres de esta pertinaz crisis.
Para atender este tipo de necesidades de todas estas personas siempre hay alguna entidad altruista dispuesta a satisfacerlas y esta vez ha sido Kutxa, entidad sin ánimo de lucro y que promueve una amplia obra social a la que no podía ser ajena financiar una promoción de esas características que pusiera fin a tan lacerante problema social.
No debió elegir bien la Kutxa a su socios (Meyluna) porque a mitad de camino tuvieron que dejar el proyecto al estar vinculados a una supuesta trama inmobiliaria. Siempre hay alguna manzana podrida en todas partes. Parece que esta vez le tocó a la caja de ahorros de Gipuzkoa.
Al final Kutxa se quedó con el 100% de la promoción, y es que tampoco es cosa de dejar tirada a las primeras de cambio a la gente que ha confiado en tu buen hacer. Kutxa decidió seguir con el proyecto en solitario.
Y a estas alturas llega el Banco de España y le pide a Kutxa que haga una provisión de entre 150 y 200 millones, es decir, que el Banco de España no le ve mucho futuro a la citada promoción y para cubrir posibles pérdidas le ha pedido amablemente a Kutxa que aparte esa cantidad de dinero por si acaso. Una gran obra social en la cuerda floja.
Tal vez esto explique a muchas personas a las que en los últimos meses les ha tocado una vivienda de protección oficial por que no han conseguido un crédito, ni de la Kutxa, ni de otros bancos y cajas, y han perdido la oportunidad de comprar una vivienda que, en algunos casos, llevaban esperando muchos años.
El dinero, por desgracia, está comprometido en otro tipo de operaciones. Y es que no se puede comparar la solvencia de los ricos que quieren vivir en una urbanización con la de un trabajador o trabajadora al que le ha tocado una vivienda de protección oficial y que el día menos pensado está en la calle porque la empresa en la que trabaja ha presentado un ERE o simplemente ha cerrado. Y a partir de ese momento todo son quebraderos de cabeza para Kutxa: retrasos en el pago de cuotas, volver a negociar las condiciones del crédito, para por fin, tener que acabar con un desahucio. Nada que ver con la seguridad que da un rico: eso es solvencia y lo demás tonterías.
A grandes males, grandes remedios. Al día siguiente de conocerse la noticia, un periódico salmón traía entrecomillada la siguiente frase atribuida a fuentes de la caja: «Hay tiempo para construir la cuenta de resultados».
Recuerda poderosamente otra frase pronunciada por un ministro de Justicia español que hace ya algunos años dijo aquello de «construir imputaciones». Lo que lleva a pensar que el significado de ambas frases es el mismo: inventar algo para que el resultado sea el esperado.
O como se puso de moda decir cierto tiempo atrás, echar mano de la contabilidad creativa. Y lo dicen así, claramente, sin ningún rubor. Entonces, uno se empieza a preguntar si será verdad aquello de que Kutxa era la caja más solvente del Estado. Y si era la más solvente ¿Cómo están las demás? ¿Y los bancos?
Resulta que no se puede conocer la verdadera situación y que todo depende de hasta donde hayan echado mano del recurso a la contabilidad creativa, pero por lo que alcanzamos a entender de lo que está pasando en la zona euro, parece que ese recurso se ha utilizado con maestría en los últimos tiempos, sin que nadie, ni el Banco de España, ni los auditores de cuentas, ni las agencias de rating, ni ninguna otra entidad haya dicho nada.
No solo no ha salido nada del entramado institucional que se supone fue creado para controlar la actividad de bancos y cajas, es que tampoco ha habido el mínimo debate social sobre el asunto. La única asociación que ha levantado su voz para decir algo ha sido Banatuz. Del resto no se tiene noticia.
Si Kutxa fuera un banco privado, se entendería este silencio: allá ellos con sus inversiones; pero se trata de una caja de ahorros a la que se le supone que tiene una función social que va más allá de mantener cierta social. Ese carácter social debería impregnar toda su actividad financiera, es decir, debería tener unos criterios claros a la hora de decidir a quién le da préstamos, para qué, qué garantías exige, etc. Sin olvidar que es una institución sin ánimo de lucro, nacida para prestar servicios financieros y fomentar el ahorro de las clases populares.
Debe ser que el espíritu de los fundadores de las cajas se ha quedado anacrónico y lo que ahora se lleva es ir de tiburón financiero. Si ese es el espíritu que va a aportar al nuevo banco público vasco Kutxa Bank, estamos arreglados.