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Elena Asins | Premio Nacional de Artes Plásticas 2011

«La primera imagen que me llega de una idea son números»

Elena Asins Rodríguez es una artista multidisciplinar, conferenciante y crítica de arte que ha basado su faceta creativa aplicando al lenguaje plástico los laberínticos cálculos sistemáticos desarrollados mediante ordenadores y ello la convirtió en toda una pionera. Cursó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de París y en las universidades de Stuttgart, Complutense de Madrid y Nueva York.

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Koldo LANDALUZE | AZPIROTZ

Su obra ha sido alabada y premiada internacionalmente porque resulta fascinante su casi obsesiva intención por vincular las propuestas constructivistas y su desarrollo matemático. Su trabajo ha sido expuesto en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Bellas Artes de Araba, el de Bellas Artes de Bilbo o el Instituto Valenciano de Arte Moderno. En el año 2006, el Consejo de Ministros del Estado español le galardonó con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y muy recientemente ha recibido el Premio Nacional de Artes Plásticas. En estos días, el Centro Reina Sofia alberga una extensa retrospectiva de esta creadora que nació en Madrid en el año 1940 y que desde hace muchos años reside en la localidad navarra de Azpirotz.

¿Qué supone para usted el Premio Nacional de Artes Plásticas?

Este premio supone para mí una gran alegría y mucho estímulo, porque reconoce mi labor creativa y me ayuda a prolongarla. Es un galardón positivo, importante y que conlleva mucha responsabilidad porque abarca toda mi trayectoria. Es un premio a toda una vida. De alguna manera, me abruma porque he recibido multitud de e-mails, felicitaciones...

¿Abruma en exceso un premio de estas características?

Sí, al menos a mi. Yo vivo en un pequeño pueblo de Nafarroa, rodeada de tranquilidad y, de improvisto, mi rutina se altera por completo con el anuncio de este premio. Es necesario atender a todos los medios de comunicación, pero me rompe el orden y sistema de trabajo. De alguna manera, siento cierta incomodidad... pero sé que esto es algo temporal.

¿Qué ha encontrado en Azpirotz?

Muchas cosas y todas ellas buenas y saludables. Es un lugar muy agradable, hermoso y muy positivo, porque me aporta multitud de cosas y emociones. Vivo muy bien y en todos los sentidos.

¿Absorbe su obra los espacios que la rodean?

Naturalmente. Como dice el dicho: «Te haces donde paces». Desde hace dieciséis años... mi visión ha cambiado y ha sido influenciada sobremanera por todo lo que me rodea. Esta escenografía me ha abierto a muchas cosas que antes no podía comprender. Tanto desde el punto de vista político como del sociológico o estético.

¿Qué siente cuando la denominan «pionera»?

Simplemente pienso que es cierto. No siento nada en especial y creo que se hace justicia cuando me catalogan de esta manera. Fui una pionera a la hora de aplicar los ordenadores a mi trabajo cuando estos apenas se conocían. De entre las muchas personas que comenzamos a indagar en lo que se denominó «El Centro de Cálculo» de la Universidad Complutense de Madrid, creo que he sido la única que ha continuado trabajando en estos territorios. El resto de compañeros han derivado por otros caminos.

¿Qué supo encontrar en los ordenadores?

El ordenador no es frío ni caliente... es un elemento neutro, en cierto sentido. Es una herramienta que no puede ser comparada con un pincel, porque es mucho más. Se da una retroalimentación entre la persona y la máquina. Todo depende las ideas que tú tengas a la hora de trabajar con esa máquina. Lo que a mí me gustaría es tener todos los conocimientos técnicos que quisiera para poder desarrollar plenamente todo lo que el ordenador es capaz de realizar. Yo comencé programando y fui invitada a la Columbia University de Nueva York gracias al interés que Noam Chomsky demostró hacia mi trabajo. Esto me ayudó mucho y fue una experiencia muy determinante. En lo concerniente al arte, la programación te permite una soltura y una libertad de movimientos que no te permite un programa ya concebido por otra persona.

A medida que avanzan los tiempos da la sensación que la informática se ha embarcado en un intento por conquistar el espacio...

Y el tiempo. Es realmente vertiginosa la forma en la que están cambiando las cosas y no me estoy refiriendo únicamente a la tecnología. Podemos conectarnos con China o con el lugar más remoto de nuestro planeta... es un simple ejemplo que determina que estamos ante unos nuevos tiempos, en una nueva era. Desde la invención de la imprenta, habíamos vivido en una era y ahora estamos en la digital. Con sus pros y contras, facilita la llamada Aldea Global e incluye elementos tan básicos hoy en día como lo pueda ser un simple e-mail. Nuestro gran error quizás radique en que tendemos a relacionar el ordenador simplemente con internet.... en sus entrañas hay mucho más. Si sabemos utilizarlo y aprovecharnos de sus posibilidades, su universo resulta casi inabarcable. En el Tractatus Logico-Philosophicus de Ludwig Wittgenstein encontramos este dicho: «Nuestro mundo se acaba y comienza en nuestro lenguaje». Con esto quiero decir que el lenguaje del ordenador no debe ser limitado, porque ello permitirá que nuestro lenguaje sea más ilimitado.

Espacio, tiempo.... matemática.

La matemática es crucial en mi obra porque, primero, el ordenador son matemáticas. El ordenador es blanco y negro; es decir, ceros y unos. Esa es la estructura del ordenador y por ese motivo le va muy bien a mi obra. Pero no hay que confundirla con la geometría. El número -la matemática- no es exactamente la geometría y hay mucha gente que tiende a confundirlas. Por ejemplo, dentro el arte nos encontramos con el constructivismo que se guía por la sensibilidad -un cuadrado azul lo coloco al lado de otro cuadrado amarillo porque estéticamente funciona mucho mejor-. Yo, en cambio, no trato de hacer versiones estéticas, sino versiones que obedecen a un sistema que nació de un algoritmo que ha creado ese sistema, es algo completamente matemático. Por ejemplo, la obra que creé para el paseo de Zarautz está realizada mediante ordenador. Consta de 72 figuras y recrea la construcción y deconstrucción de un cubo. La lectura se da en el espacio y el tiempo y el espectador es quien lo recrea porque, depende de la marcha que imprima a su caminar, puede invertir cuatro o diez minutos para contemplarla. Es un tiempo, pero también es espacio porque tiene 143 metros de extensión. Todo ello es bastante significativo y me siento muy orgullosa de esa obra en concreto.

Ha citado su obra «Canons 22». Mientras caminamos en paralelo a esa obra que alberga el malecón de Zarautz, descubrimos la propia evolución de ese cubo. Asistimos a su forma cambiante, su constante movimiento... ¿Hay en su obra una obsesión por el movimiento?

Sí, naturalmente, porque el movimiento es vida; el cambio, la transformación. Todo ello es tiempo, espacio... es mundo físico, pero también mental.

La matemática dentro de sus constantes filosóficas y artísticas resulta un mundo ilimitado y fascinante.

Creo que sí, estoy de acuerdo. Vivimos la matemática. Date cuenta que vivimos un horario, vivimos un calendario; todo ello está integrado en nuestras vidas. La matemática es un mundo perfecto; es una tautología. Es cierto que en muchas ocasiones, la matemática no resulta atractiva. A mí me ha ocurrido y se puede deber a que el profesor no está a la altura del alumno. Si el alumno no se entera de las explicaciones, la rechaza. Es una lástima que haya profesores que no sepan enseñar matemáticas. Lo que hay que enseñar a la gente es a deducir, no a memorizar. Resulta ridículo aprender nombres que no tienen ningún sentido ni significado. La matemática es creación, quizás la creación más importante. De alguna manera los grandes descubrimientos científicos han ido unidos con los grandes descubrimientos artísticos. Por ejemplo, en el Renacimiento, se creó la perspectiva y ello revolucionó el arte. En nuestra historia reciente, quieran o no reconocerlo los artistas, científicos o intelectuales, resulta imprescindible.

Cuando decide plasmar una idea ¿la primera imagen que recibe Elena Asins es una imagen tridimensional, abstracta?

No, son números. Es una situación espacial y temporal en la cual hay una ordenación de ese tiempo y ese espacio.

¿Y cómo se dominan esas linealidades numéricas infinitas?

La cuestión es no pensar en imágenes, sino en algo mucho más abstracto.

¿Puede llegar a ser algo obsesivo?

Sí, claro. Si no te obsesiona es malo. Yo creo que la obsesión, en cierta medida, es buena porque, de lo contrario, no llegas a profundizar absolutamente en nada.

¿Tiene muchas obras inacabadas?

Todas (ríe).

Eso es algo muy habitual entre los artistas....

Sin duda. Yo nunca doy por concluida una obra. Por ejemplo, la obra de Zarautz («Canons 22») la comencé en el 81, la retomé en el 90 y continúo trabajando en ella. La he desarrollado en dos y tres dimensiones, la he alterado y me ha servido para crear un proyecto de ciudad. Me ha servido para tantas cosas... ahora mismo la tengo aparcada pero, no sé, a lo mejor pasado mañana la retomo para intentar perfeccionarla.

Cuando se reencuentra con sus obras ¿qué diálogo se establece?

Un gran diálogo. Las veo de una manera objetiva... como si la viera cualquier espectador. A mí lo que me interesa es el proceso. Cuando la finalizo, deja de tener una conexión conmigo. Ya no me pertenecen. Cortado el cordón umbilical, pasan a formar parte del resto de las personas y es el espectador quien debe hablar de ellas.

En su faceta multidisciplinar, ¿cuándo y cómo decide que una idea debe cobrar forma escultórica, poética....?

Todo depende de los medios que tenga a mi alcance. Es obligatorio el apoyo de un equipo de gente, de una institución que crea en tu obra, porque para llevarla a cabo se requiere una gran financiación. Hoy en día resulta casi imposible concebir la idea del artista romántico... hoy predomina la idea del trabajo en equipo.

Elena Asins

Premio Nacional de Artes Plásticas 2011

Elena Asins Rodríguez es una artista multidisciplinar, conferenciante y crítica de arte que ha basado su faceta creativa aplicando al lenguaje plástico los laberínticos cálculos sistemáticos desarrollados mediante ordenadores y ello la convirtió en toda una pionera. Cursó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de París y en las universidades de Stuttgart, Complutense de Madrid y Nueva York.

«Me gustaría planificar una ciudad, nuevos espacios y formas de vida»

¿Algún deseo?

Me gustaría indagar hacia un modelo urbanístico.... arquitectónico. No me gustaría quedarme en un cuadro o una pintura, me gustaría planificar una ciudad, nuevos espacios y nuevas formas de vida porque la vida en una ciudad implica nuevos modelos de vida. Esta es una de mis grandes ambiciones ,pero creo que no podré desarrollarla. Creo que es la finalidad de mi investigación: al final todo se reduce a una y rara investigación.

Curiosa conexión: escultores que quieren ejercer de arquitectos y arquitectos que ejercen escultores.

Lo sé. Casi todos los arquitectos han comenzado pintando. Les gustaba pintar y con posterioridad se decantaron por la arquitectura porque les resultaba más rentable o también, por supuesto, porque les interesaba este campo de los espacios reales, temporales y físicos. Arte y arquitectura están íntimamente ligados y resulta imposible desligarlos de manera tajante. Recuerda el caso de Le Corbusier, fue un pintor del círculo cercano a Picasso que se transformó en un gran arquitecto. También tenemos a Mies van de Roher, que fue simplemente el hijo de un constructor... ni Le Corbusier ni Mies van de Roher tuvieron nunca el título de arquitectura pero su manera de ejecutar sus obras resulta increíble. En realidad, no se trata de estudiar una carrera, sacar un título, alcanzar un diploma acreditativo... la cuestión es llevarlo dentro de ti; plasmar ese ansia por crear y de la manera que sea o sea más factible. La arquitectura no es un trabajo independiente, depende de la sociedad, los medios que te proporciona y cómo esta acoge tu obra. K.L.

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