RAIMUNDO FITERO
Contratos y tratos
Había una vez, en un lugar de la Mancha, un ente de radio y televisión públicas, que al cambiar de manos partidistas, los recién llegados emprendieron una aventura de desprestigio, venganzas y aparente limpieza de cajones, que se ha convertido en una magnífica manera de comprender cómo se han manejado algunos instrumentos de comunicación partidista, pero de titularidad pública, en cuanto los tratos y los contratos. La mayoría de ellos siempre bajo sospecha.
Estamos, en este caso, valga la paradoja, ante las declaraciones, algunas documentadas, de un señor muy de la parte más extrema, al fondo a la derecha, del PP, Nacho Villa, que abre los secreteres de su antecesor, del partido donde reinaba José Bono. Pero lo que a continuación se va a relatar sucede en todos estos entes, de manera común, habitual, con mayor o menor descaro, sea cual sea la mayoría parlamentaria que gobierne, porque si algo parece evidente es que estas televisiones de comunidades autónomas, además de manipular la realidad social y política de manera grosera, de ponerse al servicio del que manda de forma bochornosa, es un buen lugar para colocar a amigos y para potenciar productoras, compañías o personajes a los que se les quiere encumbrar por asuntos personales, o porque se les deben favores, políticos o económicos.
Pero lo que ha hecho Nacho Villa, con un sueldo declarado de ciento veinte mil euros al año, es poner sobre la mesa las cifras que cobraban algunos conocidos conductores de programas o presentadoras, lo que costaba algún programa encomendado a productoras muy significativas, lo que costaba retransmitir los partidos de la Champions, o lo que pagaba ese ente al comentarista taurino y a la empresa productora de la retransmisión de las corridas de toros. Y son cifras que rozan el escándalo. Porque la audiencia de esa cadena era baja, por lógica, pero pagaban como si fuera una de máximas audiencias. ¿Privatizará el PP estas cadenas como insinúan? Ni hablar, no se las comprarían nadie en estos momentos y sigue siendo un lugar para tratos y contratos de amiguetes, y hasta del yerno del Borbón. Como mucho se las cederán a los suyos.