Antonio Alvarez-Solís | Periodista
El paciente inglés
Europa está profundamente enferma y, por tanto, no me parece que el paciente inglés esté en vías de suicidio mediante una adhesión incondicional al núcleo duro del continente. No es tan fácil dictaminar que Inglaterra se equivoca negándose al dominio franco-alemán. Porque Europa es ahora un campo en que hay que jugar con las reglas del campeón alemán y su sparring, Francia. No es un ámbito abierto en que se pueda ejercer algo parecido a la igualdad entre naciones e Inglaterra es demasiado vieja y poderosa para sacrificar su soberanía. Si se trata de salvar al capitalismo, Inglaterra piensa en el capitalismo de la City y en su largo brazo hacia el espacio norteamericano, que aún contiene demasiado poder para que los capitalistas ingleses se sacrifiquen en el altar europeo. Creo que la Sra. Thatcher se hubiera comportado como el Sr. Cameron. La Thatcher fue un político imperial que pesa aún demasiado en el conservadurismo inglés. Inglaterra siempre ha mantenido un aislacionismo relevante respecto a Europa, su incómodo patio trasero.
La Unión Europea tiene realmente poco que ofrecer. Su gran creación, quizá la única, es la moneda única, que en estos momentos actúa como una argolla en el cuello de las naciones secundarias. Sin la servidumbre a la moneda única, tal vez algunos pueblos, como el griego, no estarían viviendo su actual agonía. Esa moneda significa la imposibilidad de hacer determinados movimientos para acomodar la economía doméstica a la situación. Una vez más los grandes propósitos políticos conllevan una disminución evidente de la confortabilidad social.