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Análisis | irán, en el tablero geoestratégico occidental

Una sombra bélica con sello de EEUU e Israel se cierne sobre Irán

El reciente y cuestionado informe el Organismo Internacional de Energía Atómica sobre la actividad nuclear iraní, ha dado paso a nuevas sanciones y amenazas contra Irán, en un complicado tablero de intereses y estrategias internacionales. Los últimos acontecimientos sitúan a Irán en un peligroso escenario bélico, e incluso ante una posible agresión militar por parte de EEUU e Israel. La mayoría de las acusaciones se han basado en informaciones que, a posteriori, han resultado falsas, pero que han servido para justificar un ataque dialéctico e imponer sanciones

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Txente REKONDO Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Primero fue el supuesto complot iraní para acabar con la vida del embajador saudí en EEUU. Luego fueron las acusaciones de que Teherán estaba detrás de las protestas populares en Bahrein (un informe del propio gobierno local desmintió esa teoría). Recientemente el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) publicó un informe que ha servido de excusa para que tanto EEUU como Gran Bretaña intensifiquen su campaña de sanciones económicas y diplomáticas.

A ello se suma el asalto a la embajada británica en Teherán, que provocó la expulsión de los diplomáticos iraníes en Gran Bretaña, mientras que algunas noticias sin confirmar hablaban de dos fuertes explosiones en Isfahan, que supuestamente habrían afectado a las instalaciones nucleares ubicadas en las cercanías de esta ciudad.

La última excusa que han utilizado Washington y sus aliados ha sido el informe del OIEA. Expertos y analistas de todo el mundo lo han puesto en entredicho, alegando que se basa en informaciones procedentes de algunos servicios secretos de países nada cercanos a Teherán, que algunas de las fotografías aportadas son de principios de la actual década o que hace mención a un programa sobre misiles que Irán abandonó hace años. Además, intenta vincular el programa nuclear con un especialista ucraniano que trabajó en el país en los años noventa.

La mayor parte del informe hace referencia a actividades anteriores a 2003, obviando que hasta la propia inteligencia de EEUU reconoció en 2007 que el programa nuclear iraní ha «sido pacífico desde 2003» y ocultando intencionadamente la colaboración que el Gobierno ha mantenido con la citada agencia. Todo indica que el OIEA no ha contrastado la información suministrada por algunos gobiernos, pero sus conclusiones han servido para aumentar la presión a través de sanciones.

EEUU ha aprovechado con rapidez esta nueva coyuntura. Las presiones de los llamados halcones de la política exterior y del propio Congreso, junto a las elecciones presidenciales del próximo año, han contribuido a que la Administración de Obama se decante por un nuevo paquete de medidas sancionadoras. El rechazo del crudo y gas iraní puede poner en una complicada situación a terceros países, aliados de EEUU pero que dependen de este suministro (en Europa, Grecia, Italia y el Estado español, y en Asia, Japón, Corea del sur o India, además de Turquía). Además, China mantiene importantes acuerdos comerciales con Teherán.

Londres no ha tardado mucho en sumarse a ese guión. Las sanciones financieras han sido el detonante de acontecimientos que han traído consigo el cierre de su embajada en Teherán y la expulsión de todos los diplomáticos iraníes de Gran Bretaña. Las manifestaciones en Irán, con asalto a la embajada incluido, hay que enmarcarlas en una larga historia de enfrentamientos y desconfianzas.

La campaña de guerra psicológica y bélica contra Irán está en marcha. Por un lado, está la parte más visible y retórica, con ataques y acusaciones públicas y una constante amenaza de pasar de las palabras a los hechos. Por otro, está la guerra sucia que desde hace tiempo practican EEUU e Israel: sabotajes industriales, guerra cibernética o eliminación física de personalidades iraníes ligadas al programa nuclear o al aparato militar.

Si bien la respuesta de Irán está siendo comedida, evitando una escalada bélica o una respuesta que sirva de excusa para una agresión a mayor escala, el Gobierno ha desmantelado una importante red de espías que trabajaban para EEUU, lo que ha supuesto un duro golpe para la CIA en el país y en la región.

Los dirigentes iraníes barajan varios posibles escenarios en torno a una agresión militar por parte de EEUU. Una ataque aéreo a gran escala, seguido de una operación masiva terrestre; una agresión limitada para forzar a Irán a unas negociaciones a la baja; o una guerra encubierta para debilitar la capacidad operativa militar iraní.

En los despachos estadounidenses llevan tiempo analizando las consecuencias de una agresión militar. La mayoría de los asesores coinciden en que un ataque israelí «sería diez veces peor» que uno de EEUU. Las hipotéticas respuestas de Irán inquietan en Washington, donde barajan un amplio abanico de escenarios: un ataque contra instalaciones petrolíferas de Arabia Saudí (unido a un levantamiento chiíta en la zona); ataques contra territorio israelí; convertir Irak y Afganistán en un polvorín, con las dramáticas consecuencias que ello traería para las fuerzas occidentales...

El dominio regional tiene muchos pretendientes (Irán, Arabia Saudí, Turquía o Egipto) y las alianzas son evidentes. El pulso que Irán mantiene con EEUU, Israel y Arabia Saudí se presenta en diferentes lugares, desde Siria, a Líbano, pasando por Irak y Afganistán.

La caída de Siria debilitaría a Irán, que perdería un aliado estratégico, mientras que los sabotajes y la guerra sucia buscarían una mayor vulnerabilidad de Teherán ante la configuración del nuevo panorama regional.

En un reciente informe, se señalaba que EEUU tiene tres opciones: Aceptar el programa nuclear iraní, intentar un acuerdo sobre el uso pacífico del mismo, o una acción bélica.

Probablemente, de las tres esta última sea la que tenga las consecuencias más terribles e impredecibles, y por ello sería la opción a evitar. No obstante, la sombra bélica sigue planeando sobre Irán, conforme a un guión elaborado hace tiempo en Washington o Tel Aviv.

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