Mikel INSAUSTI

Observo que las películas de adolescentes tienen cada vez mejor valoración crítica en los medios especializados, incluso “Attack the Block” se ha llevado el premio de mis colegas de profesión en el último Festival de Sitges, coincidiendo con el del Público, lo que aún si cabe llama más la atención. En todo este fenómeno hay que tener en cuenta que el desfase generacional acompleja bastante, tendencia traducible al miedo a quedarse fuera de onda. Tampoco lo entiendo muy bien, porque no puede uno dejarse impresionar por algo tan poco novedoso como una invasión extraterrestre, y es que esta última temporada van ya unas cuantas seguidas. Lo único que cambia es la localización elegida, aunque relativamente considerando que H.G. Wells situó “La guerra de los mundos” en Londres. Claro que la ciudad ha cambiado bastante desde principios del pasado siglo, y ahora el combate entre humanos y alienígenas se libra en un barrio marginal equiparable a los escenarios reales de los recientes disturbios raciales.

No niego que la idea de los pobres invasores del espacio exterior apaleados por pandilleros menores de edad podía haber tenido  gracia, pero el debutante Joe Cornish carece del instinto e ingenio paródicos de su amigo Edgar Wright, perdiéndose en medio de un caótico cruce de géneros sobrecargado de mil y un referencias a películas de todo pelaje y condición. En su particular “turmix” mezcla “Critters” con “Asalto a la comisaría del distrito 13”, “Los Goonies” con “8 millas”, “La noche de los muertos vivientes” con “Superfumados”, y así hasta el infinito. El único verdadero hallazgo de la película me parece el actor revelación John Boyega, que guarda un extraordinario parecido con el Denzel Washington de los comienzos. Su actitud, como líder de la banda juvenil, es siempre de lo más desafiante. No participa de las gamberradas y bromas pueriles de los demás, tomándose su actuación en serio, por lo que no será tan fácilmente olvidado como el resto de sus compañeros de reparto.