El autor de «El silencio de las hayas» y «Cuarenta días de mayo» presentó ayer su tercera novela, «Llegará la lluvia» (Ttarttalo), ambientada en un pueblo costero de Bizkaia y que cruza dos historias que transcurren en 1910 y 1980. Una fórmula que Mikel Alvira (Iruñea, 1969) no considera experimental «pero sí novedosa para mí. Me interesa mucho la estructura propia de la novela, el cómo, y son historias separadas por setenta años que se nutren mutuamente», explicó. Es una novela de amor «en sus diferentes vertientes. De intenso amor, ése que trasciende al tiempo o a la muerte».

En esta historia «no tan coral como `El silencio de las hayas'», pero que cuenta con bastantes personajes «con mucha fuerza», Fernando Uribe es el protagonista a principios del siglo XX, «un prohombre de la costa vasca, obsesionado con los aviones». Fernando adquiere el faro de la localidad para convertirla en el hogar familiar y arrastra un secreto «que por amor no va a contar a nadie». Setenta años más tarde conocemos al nieto Nando, que ha convertido el faro en hotel y recibe la visita de un matrimonio inglés que, a su vez, esconden sendos secretos.

«El lector es el único que conoce los secretos. Se da cuenta de lo que pasa. Lo cual no quita que haya unas dosis de intriga hasta el final. Hasta el último capítulo no se cierra todo», indicó el autor. Es en ese mundo de la comunicación y las emociones entre personas, pareja, familia, amigos... en el que ha querido indagar Alvira. «Entre todos se van a tejer intrigas, conspiraciones, confidencias, confianzas...». Como trasfondo, en los sentimientos de los protagonistas influye el contexto histórico y la situación política. «En 1910 hay unas elecciones, con una candidatura del PNV. En 1980 hay una situación complicada en el País Vasco, recién llegados a la democracia pero todavía con muchas cosas pendientes. Todo eso se nota, por ejemplo, en las fiestas del pueblo».

La narración también incluye poemas, otra de las pasiones de Alvira: «Creo que la prosa y la poesía se complementan en este quehacer mío. No me concibo escribiendo solamente en un camino. En definitiva, se trata de contar historias con emoción».

El autor aseguró que entiende «toda mi creación como excusa para encontrarme con la gente», tal como hizo en la Feria de Durango; «me pasé más de cinco horas firmando».