La escritora de Errenteria Mariasun Landa manifestó ayer que hablar de la muerte sigue siendo algo muy difícil y sobre todo con los niños. Por eso ha recuperado, más de dos décadas después de su publicación, «La barca de mi abuelo», en la que una chica preadolescente busca respuestas a la pérdida de su abuelo.

Esta historia vuelve a ser novedad de la mano de la editorial A Fortiori, que ha incluido el cuento de Landa en su colección «En favor de todas las familias». Dicho conjunto busca naturalizar situaciones familiares diferentes a las tradicionales, según señalaron.

La escritora, Premio Euskadi de Literatura Infantil y Juvenil en 1991 por «Alex» y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2003 por «Krokodiloa ohe azpian», presentó ayer el libro en Donostia, editado también en euskara con el título «Aitonaren txalupa», junto a la responsable de A Fortiori, Nati de la Puerta.

Eli Landa, prima de la autora y directora de la ONG Oxfam en El Salvador, firma las ilustraciones de esta nueva edición de «La barca de mi abuelo», un cuento intimista publicado por primera vez en 1988, que trata de reconciliar a Maider, su protagonista, con la dolorosa idea de que jamás volverá a ver a su abuelo.

Seguir recordando

«Mi respuesta es que, mientras te acuerdes de alguien, seguirá viviendo», explicó la escritora, que cree que es necesario hablar de la muerte en una sociedad que «la relega y aleja de la realidad».

«No la trata bien porque seguramente no la vive bien, y porque la irreversibilidad asusta», añadió la autora y profesora, quien piensa que esa manera de ver la muerte entre los adultos hace que no se den las respuestas adecuadas a los niños.

Afirmó además que es un relato para diferentes edades, que cuenta «mucho en muy poco» y que no es «simplista dentro de sus sencillez».

«La barca de mi abuelo» es el volumen número 13 de la colección «En favor de todas las familias», que en sus cuentos ha abordado situaciones como la de los hijos adoptados por parejas del mismo sexo o las relaciones de los niños de padres separados con las parejas de sus progenitores.

«Queremos que los niños vean que existen situaciones iguales a las suyas y también diferentes y que vayan asumiendo todas ellas como naturales», destacó De la Puerta.