ANÁLISIS
El PS, ¿en clave de proceso?
La incógnita que dejaba tras de sí la manifestación de Baiona era evidente: ¿Escuchará París las demandas de resolución o seguirá en su línea escapista de que se trata de un «problema español»? Vistas las últimas actuaciones, no parece que haya habido muchos cambios. Sin embargo, aunque con bastantes matices, sí se perciben mutaciones en las posiciones de la mayoría de fuerzas de Ipar Euskal Herria.
Arantxa MANTEROLA
La manifestación del pasado sábado en Baiona fue especial por varias razones que, mayormente, podrían resumirse en dos. Por un lado, su objetivo (instar a París a implicarse en la resolución del conflicto) y, por otro, la adhesión de movimientos y tendencias políticas muy diversas. El número de participantes en la misma tampoco resultó baladí. Y es que 4.000 personas en las calles de Baiona es, realmente, mucha gente.
El objeto de la movilización en sí fue novedoso. Nunca antes se había materializado una reclamación tan clara al Estado francés para que aborde la resolución de un conflicto que, mal que le pese, le atañe directamente. Este punto es crucial a la hora de entender las motivaciones de los participantes en la marcha del sábado.
La diversidad de posiciones, incluso entre los catorce organismos convocantes, resulta manifiesta, pero hay que reconocer que han sabido consensuar puntos de no poco calado, debido en buena parte al conocimiento mutuo adquirido en torno al trabajo común en el caso de Aurore Martin. Quieren participar directa y activamente en un proceso democrático que debería comportar una solución integral, democrática, sin vencedores ni vencidos y cuya base sea negociada. Además, han fijado cuatro puntos como primer paso para avanzar hacia ese horizonte: abordar las situaciones extremas de los presos y aunarlos en Euskal Herria, legalizar a todos los partidos, abandonar todo tipo de represión y acabar con los juicios políticos y leyes especiales como la euroorden y, por último, impulsar el reconocimiento y la compensación de todas las víctimas.
Las adhesiones acumuladas en esta movilización han sido también inusuales. Salvo el PC, la UMP y PNB, prácticamente todo el arco político la ha apoyado de una manera u otra. Eso sí, no se pueden obviar los matices de cada cual a la hora de sumarse a la iniciativa, porque creer que el PS coincide con la visión que tengan las formaciones de la izquierda abertzale sobre lo que debería ser un proceso resolutivo integral en lo que afecta a Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa sería caer en un simplismo aventurado.
De hecho, las declaraciones de algunos de los relevantes miembros del PS que estuvieron en Baiona varían según el medio que les pregunte. Por ejemplo, el secretario departamental, Pierre Chéret, indicaba a Efe que se encontraba allí «a título persona» y «para apoyar a Aurore Martin» y recordaba que su partido no era convocante. Mientras, la senadora Frédérique Espagnac manifestaba a GARA que si François Hollande gana las elecciones de 2012, hará lo posible para «sentar en una mesa a todas la partes para dialogar». Y, preguntado por su opinión sobre la detención y entrega el lunes de Josu Esparza, el consejero regional Frantxua Maitia, que también participó en la manifestación, se escaqueaba diciendo que «no era oportuna».
Sea como fuere, es obvio que algunas posturas están cambiando en este nuevo tiempo, aunque no precisamente la del Estado francés. Por supuesto, todavía no puede decirse que haya una unidad de acción consolidada en clave de proceso, pero sí que, entre otros factores, también el trabajo conjunto y la presión unitaria de muchos agentes políticos y sociales están haciendo que a partidos de ámbito estatal como el PS, MoDem o Europe Ecologie-Les Verts les sea cada vez más difícil quedarse al margen.
La marcha de Baiona juntó a cientos de personas que ya antes han dado miles de pasos y a otros que empiezan a andar ahora. Lo importante es que estén de acuerdo para seguir abriendo camino a la solución.