Subió al estrado Iñaki Antigüedad y no sorprendió a quienes le conocen y saben de sus dotes como orador, pero al parecer fue todo un descubrimiento en Madrid, donde casi todos los medios coincidían ayer en la talla que demostró el diputado abertzale. Luego la mayoría le criticaban por lo que dijo y aplaudían a Rajoy por la dureza de su réplica, pero muchas plumas que aguardaban afiladas al discurso de Amaiur volvieron a sus tinteros. Sin embargo, en «La Razón» -por cierto, el esquema que publicó ayer este diario con los nombres y apellidos de todos los diputados, según el cual dos representantes de Amaiur compartían apellido, «Jauna», y el segundo apellido de Maite Aristegi sería «Andrea» es desternillante- decidieron mantener el plan y cargar tintas contra el portavoz independentista. Jesús María Zuloaga, a quien en el diario derechoso titulaban como «El Experto», escribía que «al hidrólogo le debió sonar como un aldabonazo la afirmación de que `ni él [por Rajoy] ni España, le deben nada'». Pues servidora juraría que más o menos el representante de Amaiur se esperaba algo así. A aldabonazo no creo que le sonara. Pero Zuloaga tenía un párrafo preparado y lo quería meter: «Tan encerrados están los proetarras en su ambiente y en su tierra, mientras leen lo que les deleita, convencidos de que toda España y parte del extranjero se han tragado lo del final de ETA, que solo aceptan el sí por respuesta». Quien pasa demasiado tiempo encerrado en un cubículo sin oxígeno es el «experto»...

Luego, el columnista pretendía ser ocurrente y afirmaba lo siguiente: «Después de una, se supone, profunda reflexión, a Antigüedad no se le ocurrió otra cosa, cuando le preguntaron los periodistas: Rajoy ha hablado como ministro del Interior y no como estadista. Por si faltara algo, dijo que los gobiernos democráticos de España no tienen las manos limpias. No se le veía muy satisfecho de su estreno parlamentario». Pero resulta que el resto de los medios sostenía ayer lo contrario. Allá cada cual con lo suyo pero inventarse historietas y, lo que es peor, creérselas, suele ser síntoma de algún problema. Aunque lo llamativo es que en «La Razón» le sigan pagando.