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Darrin Wood | Periodista

Vaclav Havel gogoan

Pero otra cosa va pasando por mi mente al pensar en Vaclav Havel estos días, y es que espero que él no sea la única persona que conozco que llega a ser presidente de su país. Y eso aunque en algunos países presidente se escriba «lehendakari»...

Cuando se muere un viejo conocido, siempre hay que pensar en los mejores momentos, cuando más respeto y admiración tenías por la persona. Así me siento con el fallecimiento del expresidente checo, el dramaturgo y ensayista Vaclav Havel.

Ha pasado tiempo desde que le conocí, desde finales de los 80 hasta principios de los noventa, después de liderar la separación con Eslovaquia y la creación de la Republica Checa. Claro que hubo muchas ocasiones de estar en desacuerdo con él, pero nunca he podido cuestionar su sinceridad y su honestidad. Como él mismo dijo en su primer discurso como presidente de Checoslovaquia, «Supongo que no me han propuesto a este cargo para que yo, también, os mienta.»

Su ejemplo durante la ruptura con Eslovaquia fue ejemplar. Cuando los eslovacos querían más autonomía dentro de Checoslovaquia, Havel se opuso por querer seguir con las ideas del primer presidente, y fundador del país, Tomas Masaryk. Los eslovacos no querían seguir como antes y Havel dejó de poner resistencia.

En vez de enviar tropas o reprimir sus deseos, les dio la independencia sin ningún derramamiento de sangre.

Ojalá otros hubieran tomado su ejemplo.

Creo, sin embargo, que lo que más he admirado de Vaclav Havel han sido sus ensayos sobre la resistencia. Especialmente «El poder de los sin poder». Allí Havel afirmaba que todos los gobiernos, no importa si es una dictadura o una democracia, mantienen su poder sobre las masas gracias a la complicidad de los ciudadanos.

La legitimidad de cualquier régimen empieza a derrumbarse cuando los ciudadanos dejan de ser cómplices con los poderes. La no colaboración como método de resistencia se ha tomado fuerza en los últimos doce meses en todo el mundo. De hecho, los escritos de Havel han empezado a salir en árabe en las últimas semanas gracias a su reputación como representante del poder de los sin poder. Espero que la gente le recuerdan más por eso que por su tiempo como presidente, o incluso, por sus obras de teatro (y eso, aunque grandes dramaturgos como Samuel Beckett, Tom Stoppard y Alfonso Sastre han escrito en solidaridad con Vaclav Havel).

En los últimos dos meses tres amigos y grandes figuras de la literatura checa se han ido: En octubre, Jirí Grusa, ex presidente del Pen Club International y autor de la gran novela «Dotaznik» (El Cuestionario); en noviembre, Ivan «Magor» Jirous, poeta y personaje salvaje que atemorizaba los bares de Praga; y ahora en diciembre Vaclav Havel. Praga ya no será tan mágica como en mis primeras visitas y estancias.

Pero otra cosa va pasando por mi mente al pensar en Vaclav Havel estos días, y es que espero que él no sea la única persona que conozco que llega a ser presidente de su país. Y eso aunque en algunos países presidente se escriba lehendakari...

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