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Crónica | Santo Tomás

La tradicional feria navideña impregna de sabor y ambiente festivo una desapacible jornada

El tradicional mercado de Santo Tomás volvió a llevar ayer a las plazas lo más selecto de las huertas y caseríos en una lluviosa jornada, que consiguió impregnar de color y de ambiente festivo. Bilbo y Donostia, como otros municipios de Euskal Herria, dieron buena cuenta del tirón que tiene esta cita pese a la mala meteorología y la crisis económica.

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Nerea GOTI

Una fina lluvia hizo acto de presencia a la hora punta y complicó el tradicional mercado de Santo Tomás en Bilbo. A partir de ese momento, paraguas, gorros, sombreros bien calados, al margen de más de un artilugio improvisado en el momento para evitar la caladura, dificultaron la movilidad de puesto a puesto y hasta la visibilidad de los productos expuestos.

Se cumplieron así los peores presagios de los productores, más pendientes del cielo a primera hora que de la huelga convocada por el comité de empresa de Metro Bilbao [información en las páginas 6 y 7]. «La huelga en el metro se ha podido notar en la hora de llegada del público. Si otros años para las nueve ya había gente preguntando en los puestos, este año han llegado un poco más tarde, más cerca de las diez», explicaba a GARA Mikel Kormenzana, al frente de su puesto de confituras elaboradas de forma artesanal a base de fruta mimada en Urduña.

Algunas impresiones recogidas entre compradores confirmaron esa impresión del productor urduñarra y reconocían que la lluvia era la que realmente restaba público en un mercado que este año ha coincidido, además, con un día no festivo ni cercano al fin de semana. «Otros años, a primera hora ya estamos aquí, pero hoy hemos venido en autobús y andamos más tarde. Pero todavía se puede mirar y comprar bien porque no hay aglomeraciones», apuntaba Iziar, pasadas las 11.00, a la entrada del recinto ferial del Arenal.

Mejor de lo que se esperaba

El resultado del balance de ventas fue desigual, según el caso. Hubo desde quien notó un bajón importante respecto al año pasado hasta quien hizo una positiva valoración o reconoció que no fue tan malo como esperaban. Julita, al frente del escaparate de verduras procedentes de Maruri, vio este año un mercado «muy flojo, más que el año pasado».

Mikel Kormenzana se dio por satisfecho con el transcurso de la jornada, como Iker Uribarri, al frente de un puesto de queso y otros productos ecológicos, Sonia Isasi, productora del txakoli del mismo nombre, o Garbiñe Belloso, quien valoró que, pese al mal tiempo o la posible incidencia del paro en el metro, «hay mucha gente y las ventas van bien».

Sin premios hasta el día 26

Adela Andikoetxea, una veterana de la feria de Santo Tomás, tampoco se arrepintió de haber vuelto a la Plaza Nueva un año más, y ya van 21. Las ventas fueron bien. «No he tenido tiempo de salir a desayunar ni a comer, así que no te digo más», resaltó a este diario.

Las ventas decaen a mediodía, espacio horario en el que la media de edad baja considerablemente y el ambiente festivo coge temperatura, aunque es a última hora cuando vuelven los compradores. «Sobre todo gente de comercios y los que acaban la jornada laboral y sólo disponen de ese rato para acercarse a la feria», explicaba la ganadora durante 20 ediciones del premio al mejor estand de hortalizas y que este año, como los demás productores, deberá esperar al día 26 para conocer los premios, ya que por primera vez no se entregaron ayer.

Entre los 300 puestos repartidos por el Arenal y la Plaza Nueva, algunos de los más concurridos fueron los de talo con chorizo o chistorra, el gran protagonista de la jornada, a un precio de 5 euros. Es el producto por excelencia que no conoce dificultades con lluvia, frío o altas temperaturas y a cualquier hora del día. Tal es el ritmo que hay que imprimir a la producción que son muchos los jóvenes que se han incorporado a la labor de preparar masas.

Otro de los superventas de la jornada volvió a ser el ramo de muérdago, por el que pedían de dos euros para arriba en función de su tamaño. Dice la tradición que la planta ha de colocarse sobre una puerta para que la suerte obre en quienes atraviesan su umbral, y hay quien añade que para que dé resultado tiene que ser regalado. Elisa aseguraba que en su casa siempre se ha puesto muérdago y ella mantiene esa tradición que ha transmitido a sus nueras.

Más caros se vendieron las ramas de eucalipto (5 euros) y el rusco (4 euros), cuyas bayas rojas también son muy preciadas entre los habituales del mercado de Santo Tomás, según explicaron desde el puesto de Josune Monasterio, de Errigoiti.

Año tras año también crece la asistencia de público ataviado con vestimentas tradicionales, algunos con sus mejores galas, sea cual sea el sexo y la edad. También los seguidores del Athletic pusieron su nota de color y ambiente: buena parte de la afición calentó motores en el Casco Viejo antes de subir a San Mamés.

La gran Felixi

En Donostia, la lluvia y el viento también pusieron las cosas difíciles a compradores y productores, aunque tampoco pudieron con el ambiente festivo. La fiesta de Santo Tomás volvió a atraer hasta el centro de la ciudad a miles y miles de visitantes, llegados desde todos los barrios de la capital donostiarra y de los pueblos de su entorno, muchos ataviados con los trajes de baserritarra.

Más de 200 puestos de productos del país se repartieron por las plazas de Constitución, Gipuzkoa, Okendo y Sarriegi, por el Boulevard y las calles Elkano y Txurruka. Espacios que acogieron desde los puestos de chistorra hasta los de frutas y verduras pasando por los de artesanía.

El mal tiempo tampoco eclipsó la presencia de la protagonista de la feria, una cerda de nombre Felixi, procedente del caserío Arro de Leitza, de 360 kilos, que acaparó la atención de pequeños y mayores. Y junto a ella, gallinas, ovejas, burros o cabras, así como Ven, un toro que tiene en su haber varios concursos de belleza.

Chistorra vegana

Mientras tanto, Askekintza Liberación Animal llevó un mensaje distinto al mercado donostiarra: «Si hemos creado la tradición, podemos cambiarla». Por primera vez en la historia de Santo Tomás, ayer se instaló en la plaza de la Constitución un puesto de chistorra vegana, 100% vegetal, para «demostrar que se puede disfrutar de la fiesta de la misma manera sin comer productos de origen animal». Se trata, según el colectivo, de «una alternativa ética a los 10.000 kilos de chistorra que -calculan- se consumen este día, evitar el sufrimiento y la muerte de los cerdos que se utilizan para ello».

Por otro lado, los más pequeños pudieron aprender a elaborar talo, según una receta cuyo secreto muchos atribuyen a una buena harina y a las artes a la hora de amasarla, aunque nadie podrá negar que también influye el producto que lo acompaña.

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