Mal partido, buen resultado y a octavos de la Copa. Eso y vacaciones, merecidas vacaciones. Dicen que no hay enemigo pequeño. Lo demostró el Oviedo en el partido de ida y lo ratificó en el de vuelta de anoche. Enfrente había un Segunda B el cual puso en más aprietos a los rojiblancos que muchos de los `Primeras' que han pasado esta temporada por San Mamés. Excepto los primeros diez minutos de partido, en los que los leones tuvieron un par de semiocasiones en las botas de Ander Herrera y Muniain, en sendas jugadas combinativas por banda, el Athletic de la primera parte en ningún momento supo sortear la gran labor de presión ovetense a lo largo y ancho del campo.

Fueron, esas dos jugadas casi seguidas, espejismos que se difuminaron lo mismo que el Athletic. Un Oviedo bien puesto, prietas las filas, sin dejar espacios, defendiendo lejos de su portero, achicando campo, con sus dos puntas taponando la salida del balón desde los pies de Iraizoz, escenificación que obligó a los rojiblancos a jugar en largo o hacerlo con pases comprometidos que acabaron en peligrosas pérdidas más veces que las deseadas.

Discurrió así el partido hacia un sin juego, un querer y no poder del que se percataron los asturianos. Se crecieron. Y el Athletic empezó a sufrir sin balón desde mediada la primera parte hasta el final. Dos córners, balones de falta colgadas sobre el área local... Al minuto 24, Marcelo Bielsa dio un brinco desde la banqueta y le llevaron los demonios con lo que estaba viendo, al equipo más desdibujado de los últimos meses. Con Herrera atascado, errático, desacertado, con Muniain pidiendo a gritos que el Olentzero le traiga el FIFA 2012 para la Play a ver si le empieza a salir algo, con Toquero en plan «Llanero solitario», Susaeta perdido en banda... ¡Hasta Javi Martínez sufría atrás con el incómodo Martins! Ni siquiera una enrabietada arrancada de Amorebieta hasta el área rival sirvió para espolear a los suyos. Por fortuna, el Oviedo, serio atrás, era romo en ataque y la llamada a los vestuarios fue lo mejor de una decepcionante primera mitad.

Algo mejor en la segunda mitad

Salió de la caseta el Oviedo haciendo el primer disparo a gol. El Athletic lo hizo con San José por Iñigo Pérez, adelantando su posición Iturraspe. Cambiaron de marcha los rojiblancos e imprimieron desde inicio un mayor ritmo al partido que doblegara a unos carbayones hasta entonces aclimatados al ritmo de la primera mitad. Y encontraron ese flanco por banda derecha, cómo no. Prueba de ello fue el intencionado remate de cabeza de Aurtenetxe a las manos de Dani Barrio. La salida de Ibai al poco por un Susaeta que parecía haber venido de Santo Tomás, quiso ahondar más en esa herida ovetense.

Parecía que los de Bielsa eran los que mordían y no dejaban metros al rival. Pero el Oviedo tampoco había venido a comerse un talo con txakolí. Se entró con el pasar de los minutos en un toma y daca al que la grada de San Mamés, acallada ayer en muchas fases por la numerosa hinchada ovetense, quiso imprimir su aliento para ver si los leones daban el zarpazo definitivo. No llegó al segundo palo Muniain, remató un córner de cabeza Toquero al larguero, se animaban los rojiblancos con La Catedral echando mano del resucitador ``Jo ta ke''.

El Athletic necesitaba ese gol y como sucediera ante el Zaragoza, de la nada resucitó Muniain, que recibió de Iraizoz en su campo, tiró una pared, se fue de cuatro rivales en diagonal, abrió a banda a Iraola y éste, pase atrás de libro para que Herrera la cruzara a la red. El pase a cuartos, en el zurrón. De ahí al final, aguantar el tirón de un jabato Oviedo y... vacaciones de Navidad. Lo necesitan.