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Juan Martin Elexpuru Filólogo y escritor

Iruña-Veleia: tres años de vergüenza

El sentido común nos dice que sólo un laboratorio especializado puede dirimir la cuestion. Que sea pronto, por favor, que tres años de calvario son suficientes

En noviembre se han cumplido tres años desde que la Diputación de Araba decidiera expulsar a los arqueólogos de Lurmen y llevarlos a los tribunales, valiéndose de los informes elaborados por una comisión denominada Científica Asesora, compuesta por profesores de la universidad pública vasca.

Las dos querellas presentadas contra Lurmen por fraude económico fueron archivadas hace tiempo al no encontrar los juzgados nada delictivo, y la tercera, la que pretende incriminar a Eliseo Gil y a dos de sus colaboradores por daños contra el patrimonio y falsificación, sigue como al principio, no existe ninguna acusación judicial contra ellos.

A pesar de ello, el señor Gil está cumpliendo la más dura de las condenas, pues ha sido lapidado públicamente, acusado sin demasiadas sutilezas de falsificador tanto por miembros de la Comisión como por la exdiputada de Cultura, con la inestimable ayuda de algunos medios de comunicación. A día de hoy Eliseo Gil, el que fuera considerado uno de los arqueólogos más brillantes de Araba, se encuentra en el infierno de la difamación y la ignominia, con la espada de Damocles de los tribunales pendiendo sobre su cabeza e imposibilitado para ejercer su profesión. Se da, además, la paradoja de que ya no existe ninguna querella contra Idoia Filloy, pero ello no le evita seguir cumpliendo una condena similar.

La anterior Diputación, de la mano de su intrépida diputada, intentó criminalizar directamente a Gil, contratando una grafóloga a la que proporcionó la letrina hecha para los Ludi Veleienses, juegos que se celebraban en verano en Iruña. Los graffiti y dibujos jocosos elaborados en ella por los arqueólogos iban a ser la prueba definitiva de la falsificación por parte de Eliseo, ya que la diputada partía de que todas las ostracas excepcionales (más de 400) eran de la misma mano, al igual que los dibujos y textos del retrete. El informe no satisfizo a la diputada, pues aunque apuntaba en la «dirección correcta», no era concluyente. En vista de ello, contrató a otra grafóloga más aguerrida, la cual, por el módico precio de 36.000 euros, le hizo un informe perfecto: concluyó que todito todo procede de la misma mano, «de la misma red neuronal» para ser más precisos.

El informe fue rápidamente filtrado, primero al periódico más vendido de Araba, el cual titulaba: «Grafólogos apuntan a Eliseo Gil como el autor de los falsos grafitos de Veleia». Dos meses más tarde, el único periódico en euskera publicaba otro amplio reportaje con el siguiente titular: «Grafologoek ere ondorioztatu dute Veleiako euskarazko idazkunak modernoak direla». Pero parece ser que, aparte de la diputación, han sido los dos periodistas los únicos en tener en sus manos el famoso informe, pues a pesar de las reiteradas peticiones de la parte acusada, esta no ha podido acceder al documento. Y, cosa curiosa, hace mucho que la parte acusadora no nombra ni por descuido el citado informe, lo cual nos hace creer que ha sido retirado. Algo que no nos extraña, pues la teoría de que todo es fruto de una sola mano induce a la carcajada a cualquiera que conozca mínimamente las piezas. Pero el efecto mediático estaba conseguido.

Muchos no entendimos el juego difamatorio en que había caído el periódico en euskera, cuando él mismo había sido víctima no hace mucho de un proceso similar de cierre, demonización e intento de condena, calvario que duró siete años. Tampoco entendimos por qué la editorial más potente del país encargó un libro a un periodista convencido de la teoría de la falsedad, después de rechazar dos originales, entre ellos el mío, que defendían la tesis opuesta.

No hay que olvidar que en estos tres años la Policía judicial no ha encontrado el menor rastro del supuesto falsificador ni de la falsificación; que la Comisión no ha añadido ni un argumento a los muy endebles aportados en sus bien pagados informes, los cuales ha sido ampliamente rebatidos por los presentados por Lurmen en los juzgados, y que pueden ser consultados en internet. Son 17 elaboradísimos informes en los que investigadores de renombre de nueve países, especialistas en las diversas temáticas que concurren en los grafitos, concluyen que pueden ser verdaderos. Eso sí, todos coinciden en que es imprescindible el dictamen de algún laboratorio especializado en arqueometría para dirimir de una vez por todas la cuestión. Petit dètail: nadie ha cobrado un euro por su trabajo.

Pero haríamos mal si no señaláramos a los máximos responsables del desastre: a la exdiputada de Cultura y al equipo de gobierno que la arropó; a los dos filólogos vascos que echaron la bola a rodar, convenciendo a latinistas, epigrafistas, etc. de la imposibilidad y manifiesta falsedad de los grafitos; al arqueólogo miembro de la Comisión que de juzgador pasó a ser director de la excavación, nombrado a dedo por la diputada. No diremos nada por ahora del tapado. Y ya que estamos haciendo amigos, por qué no recordar la actitud seguidista, cuando no proactiva, de los partidos políticos, sobre todo de los abertzales, con alguna digna excepción; y a los profesores universitarios, algunos habitualmente muy críticos y luchadores, que ni saben ni quieren saber nada sobre este asunto; y a algún blog en euskera, y a algún autor de comics... Bueno, paremos el carro.

En verano de 2010 el nuevo director dio inicio a la autocacareada «nueva era» del yacimiento. Pertrechado con una gran pala mecánica, excavó 8.000 metros cúbicos en un santiamén. A pesar de una denuncia en los juzgados y de que videos y fotos de los hechos se pudieron ver en internet desde el primer momento, el silencio ha sido sepulcral en las alturas.

Parece ser que por fin se van a hacer las analíticas. Hace un año el Juzgado encargó un prueba pericial a la Guardia Civil, cosa que aún no se ha materializado. Ahora, a instancias del fiscal, va a encargar otra a la Ertzaintza. El sentido común nos dice que sólo un laboratorio especializado puede dirimir la cuestión. Que sea pronto, por favor, que tres años de calvario ya son suficientes.

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