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Raimundo Fitero

No caben

Es cierto, una muchedumbre como la que paseó su esperanza por Bilbao el pasado sábado, no cabe en un encuadre de cámara de fotos, ni mucho menos en una de televisión, a no ser que se haga un encadenado. Por no caber, no cabe, ni en la cabeza de muchos de los supuestos dirigentes políticos que esquinados, embozados en sus negativas a asumir la realidad, miran de reojo lo que sus conciudadanos están reclamando con educación, paciencia, sentido común y confianza: Que se cumpla la ley. ¿Eso es mucho pedir? ¿No lo dijo el Borbón, en una de sus excelencias intelectuales de su discursito de mazapán, que la ley es igual para todos? Pues eso. Igual para todos.

Decía que no cabe incluso ni en las calculadoras, ni en los escritos de urgencia, ni en las crónicas. Decir «miles de manifestantes», es una manera de escurrir el bulto. Yo apuesto triple contra sencillo a que si la mitad de esas almas solidarias que pasearon a cuerpo por Bilbao, estuvieran reclamando la abolición de la ley del aborto, hubiesen sido, por lo menos, medio millón. Son los sistemas métricos decimales politizados, fanatizados. Es ese depende del color del cristal de quien te paga que interfiere de manera radial sobre la más mínima necesidad de ser consciente de lo que ha sucedido.

No caben tantas muestras de civismo, de intención de avanzar en la actual coyuntura política dentro de una coherencia y una apuesta de futuro, sostenible, en la que todas las piezas del puzzle se deben mover para crear la nueva figura que nos asegure la paz y los derechos. Quien crea que lo que sucedió en Bilbao y que no cabe en sus teleberris, es una ficción, acabará despertando de su borrachera con excesiva resaca. No se ha dado ningún paso, simplemente se ha dejado constancia de que existe una voluntad irrefrenable de vivir en paz y que para ello se espera, simplemente, que se cumpla la ley. No se piden gestos, simplemente acabar con la excepcionalidad vengativa.

En los noticiarios de todas las cadenas no cabían tantos manifestantes, pero les hicieron un hueco por si acaso eso era un signo de los nuevos tiempos. Unos le llaman presión. Otros, derechos inalienables.

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