himalaya Actividad
El codiciado Shark´s Fin resuelto por un trío estadounidense
Conrad Anker, Jimmy Chin y Renan Ozturk se hacen por fin con la «aleta del tiburón» de la cara noroeste del Meru Central (6.310 m, Garhwall). Fueron 12 días de escalada en estilo alpino en un big wall extremo con dificultades en escalada artificial de hasta A4.
Andoni ARABAOLAZA
La semana pasada os traíamos a estas páginas una importante actividad alpina realizada el año pasado en un sietemil, y en esta ocasión, por aquello de acabar el círculo de 2011 con las más significativas escaladas técnicas en cordilleras como Himalaya y Karakorum, os presentamos otras dos firmas, de nuevo realizadas por protagonistas estadounidenses.
La primera de ellas nos lleva hasta un seismil del Himalaya de Garhwall (India): el Meru Central (6.310 m). Mas concretamente a su cara noroeste y a esa condiciada y hasta ahora no superada proa llamada Shark´s Fin. Pues bien, el pasado 2 de octubre, Conrad Anker, Jimmy Chin y Renan Ozturk se hacían con la primera a esa «aleta del tiburón» tras 12 intensas y duras jornadas de escalada. Y todo ello en estilo alpino. Un imponente big wall de altura en el que tuvieron que superar secciones de escalada artificial de hasta A4.
Sí, el «por fin» llegó a ese mítico pilar central del seismil, conocido así por su característica forma de aleta de tiburón. Ha costado y mucho superar ese estético paredón; nada más y nada menos que 30 años de intentos. Sí, esa impresionante sección ha rechazado a decenas de cordadas, entre ellas, las formadas por la flor y nata de la comunidad internacional. Al final llegó por la «cabezonería» del trío estadounidense, y es que Anker contaba ya con su tercer intento, y segundo de sus compañeros, Chin y Ozturk.
Por el Shark´s Fin han intentado pasar alpinistas de la talla de Valery Babanov en 2001. El intento dos años más tarde del propio Anker con Doug Chabot y Bruce Miller; el de una expedición japonesa que llegó hasta los 6.100 metros de altura; el de los checos Marek Holecek y Jan Kreisinger, el de los eslovenos Silvo Karo, Marko Lucik y Andrej Grmovsek en el 2009...
Así pues, la «aleta del tiburón» ha dejado más que claro que sus secciones más empinadas no han sido una historia de coser y cantar. Así, gracias a las tentavivas de Anker y compañia, la experiencia ha ido acumulándose tanto que al final el «premio» ha sido para ellos.
Hasta A4
Ya que la parte inferior la tenían más que controlada gracias a sus anteriores intentos, los estadounidenses se ponían en seis jornadas en la base de la gran proa. Y justo necesitaron otras seis jornadas para superarla. Y es que las difcultades técnicas que se encontraron eran muy duras: A4 en artificial muy expuesto y otras tiradas de escalada mixta hasta que el 2 de octubre hacían cima.
Según Anker, el buen tiempo jugó un crucial papel a la hora de escalar tan rápido: «Aunque las temperaturas rara vez bajaban de los -20º, el cielo estuvo despejado. En un anterior intento, lo que nos llevó 6 días de escalada, en esta ocasión lo hicimos en una sola jornada. Muchos de los que hemos intentado escalamos en estilo alpino, y creo que eso debe ser así en escenarios como ése. Además, lo más ligero posible, ya que la logística en este tipo de paredes en crucial».
Así las cosas, la cordada estadounidense ha acumulado en todos sus intentos más de 30 días en la «aleta del tiburón». Recuerdan que, a execpción del definitivo ataque del pasado año, los anteriores estuvieron caracterizados por el mal tiempo; con tormentas incluidas que destrozaron una hamaca.
Para superar esta exigente línea que ha barrido a muchos alpinistas de la elite mundial, los estadounidenses adelantan algunas claves: «No tenemos ninguna duda de que el trío que conformábamos era el ideal. Para los tres era muy importante volver y dejar resuelta la incógnita que nos martirizaba tanto a nosotros como a todas las cordadas que han intentado hacerse con esa proa. Estuvimos pensando en animar a algún colega más, pero una cordada de tres es suficiente. Seguro que solo dos iríamos más rápido, pero la experiencia que hemos acumulado como grupo era esencial de cara al éxito».
Por otra parte, los protagonistas de esta primera escalada completa de del Shark´s Fin en la cara noroeste del Meru Central han señalado que los próximos repetidores deberían de tener la misma suerte que tuvieron ellos: «El segundo ascenso puede darse muy pronto, pero creemos que necesitarían las condiciones adecuadas. Deben ir ligeros y muy rápidos, ya que si vas en plan expedición, arrastrar a un equipo grande a través de esta pared se complica mucho. Y nosotros lo hemos hecho ligeros y en alpino. Sin ningún lugar a dudas, a diferencia de otros intentos, hemos tenido una suerte increíble».
Conrad Ankder, Jimmy Chin y Renan Ozturk se hacen con la primera ascensión absoluta del mítico pilar central del Meru Central.
El Shark´s Fin ha sido perseguido durante 30 años. Entre otros alpinistas están Silvo Karo, Valery Babanov, Doug Chabot...
La segunda actividad de estas páginas ha sido protagonizada por otra cordada estadounidense: la formada por David Gottlieb y Chad Kellog. Tras 26 horas de escalada esta cordada se hacía el pasado 11 de noviembre con la primera ascensión al Pangbuk Ri (6.625 m, Nepal).
Escalaron la montaña por su cara sur, creando una línea de 1.400 metros y superando dificultades de VI, AI5 y M5. Como los anteriores protagonistas, Gottlieb y Kellog apostaron por escalar en estilo alpino; eso sí, muy ligero. Según adelantan los protagonistas, la pared presentó severos peligros objetivos: «Empezamos a escalar de noche, pero a medida que el sol calentaba sufrimos muchas barridas de roca, nieve y hielo. Así, no pudimos seguir nuestro planteamiento inicial, y nos tuvimos que desviar hacia la izquierda».
Después de invertir el día escalando la pared vertical elegida, los alpinistas pasaron parte de la primera noche refugiados dentro de una grieta de la arista somital.
Tras hacer cumbre a la jornada siguiente, Gottlieb y Kellog iniciaron el descenso por el lado oeste de la montaña, rapelando durante toda la noche: «El descenso fue muy duro, ya que, aparte de los rápeles, hasta el campo base tuvimos una caminata de más de 15 kilómetros Deshidratados y exhaustos, la cordada llegaba a las tiendas 50 horas después de abandonarlas». Andoni ARABAOLAZA
En la parte superior de la vía tuvieron que hacer frente a dificultades en escalada artificial de hasta A4.
Según los alpinistas estadounidense la clave del éxito de esta ascensión fue el buen tiempo que tuvieron.