
Juanjo Basterra Periodista
Acceder al poder como sea, incluso con la mentira
Lo primero es alcanzar el poder. Esa es la clave. Se puede enga�ar a quien sea. Al votante, al amigo, a quien ha pactado contigo. Todo vale para llegar a la c�pula y, desde all�, sentirse con un don especial para hacer y deshacer, por supuesto, en nombre de la democracia. �Si Arist�teles y sus cong�neres levantaran la cabeza! Hemos visto c�mo el l�der del PP, Mariano Rajoy, dijo que no subir�a los impuestos porque, efectivamente, perjudican a las clases medias y bajas. Pues en el primer Consejo de Ministros que ha celebrado desde que lleg� a La Moncloa, ha cambiado de opini�n. De verg�enza.
Esto del cambio de opini�n es frecuente. La puesta en marcha de Kutxabank tambi�n ha sido de traca de fin de a�o. Corriendo, el PNV y PP firmaron un acuerdo para modificar lo que un mes antes se hab�a aprobado por las asambleas de las cajas. Se adopt� que el consejo de administraci�n de ese nuevo banco, producto de la integraci�n de Vital, Kutxa y BBK -parece que tambi�n de Caja Sur-, estuviera representado por 20 miembros y que fuera plural. Al PNV y al PP les venia mal y lo redujeron a 15, para no dar entrada ni a Bildu ni al PSE. Los compromisarios de las tres cajas necesitaron dos asambleas (ordinaria y extraordinaria) para aprobar los estatutos y el acuerdo con Bildu, pero esta vez Mario Fern�ndez y sus secuaces lo han hecho por la v�a de en medio, aprovechando las fiestas navide�as. Es lo que tiene vivir con la democracia.
En medio, o en un lado de ambos, ha aparecido el consejero de Econom�a y Hacienda del Ejecutivo de Gasteiz, Carlos Aguirre. Mirando hacia Madrid, se�al� que los recortes que ha empezado a aplicar el Gobierno del PP podr�an seguirse aqu� de forma mim�tica. Destaca la posibilidad de subir la jornada laboral a los empleados p�blicos hasta las 37,5 horas a la semana. En la actualidad tienen una jornada de 35 horas, lo que supuso una conquista en 1999. Si Patxi L�pez toma esa decisi�n �a la democr�tica� de romper ese derecho laboral, ser� un golpe a las relaciones laborales y, a la vez, har� el caldo gordo a los empresarios que siempre piden su aumento. En todo esto, echo en falta, sin embargo, una acci�n en�rgica de los sindicatos a favor de las 35 horas.