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análisis | sector financiero y crisis económica

Necesitamos Kutxabank para poder salir de la crisis

Las cajas vascas-Kutxabank son la base de nuestro sistema financiero y, por lo tanto, los cimientos de nuestra estructura económica. Es, en definitiva, uno de los más importantes instrumentos de política económica para hacer frente a la crisis, según se expone en el análisis.

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ORAIKER | Ekai Group

Desde el punto de vista de la política económica vasca, los aspectos estratégicos de la actividad de Kutxabank resultan esenciales, por encima de la dialéctica política o mediática. Una vez más, es preciso subrayar que las cajas de ahorros -Kutxabank- son la base de nuestro sistema financiero y, por lo tanto, los cimientos de nuestra estructura económica y uno de los más importantes instrumentos de política económica para hacer frente a la crisis actual.

Todos sabemos que, junto a la caída de la demanda, es la restricción del crédito la amenaza más importante que se cierne sobre nuestra estructura empresarial. Las estrategias de Kutxabank al respecto van a ser determinantes para la superación de la crisis y, en adelante, para nuestro posicionamiento como un país avanzado o como un país en decadencia industrial. Es imprescindible, en este sentido, que Kutxabank centre sus esfuerzos de gestión, estratégicos y financieros en nuestras empresas y, muy especialmente, en nuestras pymes y autónomos.

Por el contrario, no alcanzamos a encontrar argumentos que justifiquen en este momento que Kutxabank aborde una estrategia de crecimiento. Como es sabido, Kutxabank es en este momento una entidad eficiente y solvente. Partiendo de esta situación, las prioridades básicas de la gestión de Kutxabank deberían ser, sin duda, las siguientes: afianzar la solvencia y estabilidad financiera de Kutxabank y asegurar la financiación de proyectos de inversión serios de nuestras pymes.

Cara a afianzar la solvencia y estabilidad financiera de Kutxabank, puede resultar esencial: limitar la dependencia frente a recursos externos que amenaza a una gran parte de la banca española. Liquidar -dentro de lo posible- los activos de alto riesgo acumulados, básicamente fuera del entorno natural de Kutxabank. En este contexto, parece esencial que Kutxabank tenga en cuenta la experiencia del conjunto del sector financiero en los países occidentales durante las últimas décadas.

Esto significa, en primer lugar, dar prioridad a las inversiones en el entorno cercano. No sólo porque ese es precisamente el objetivo fundacional de nuestras cajas, sino porque son precisamente ese tipo de operaciones las que asientan la solvencia y seriedad de los balances de las entidades financieras. Las inversiones especulativas o en entornos o actividades no suficientemente conocidos son siempre inversiones de alto riesgo, con independencia de que el balance de las entidades adquiridas parezca revelar otra cosa.

Las entidades financieras en conjunto deben ser conscientes de que su valor depende del valor de sus clientes. Kutxabank tendrá un futuro solvente si el tejido socio-económico vasco lo tiene. Esto significa, fundamentalmente, que Kutxabank debe apostar por nuestras pymes y nuestros autónomos. Pero esta apuesta no significa sólo una cifra en el balance. Significa que los objetivos estratégicos de Kutxabank se centren en esta apuesta por nuestro tejido socioeconómico y que los esfuerzos de la gestión se centren en nuestras pymes.

Es esencial que mantenga su actividad centrada en el país. Ello no significa, por supuesto, que no deba realizarse ningún tipo de inversión en otros entornos, siempre que estas inversiones no supongan cifras sustanciales del balance de Kutxabank y, sobre todo, que no absorban una parte fundamental de la dedicación de tiempo y esfuerzo en la gestión de esta entidad cuyos recursos humanos y financieros, como hemos dicho, deberían centrarse en la relación con nuestro tejido socio-económico, en la búsqueda y apoyo a los proyectos de interés de nuestras pymes.

La Secretaria General de Confebask aludía recientemente -de forma acertada- a la conveniencia de que Kutxabank refuerce su «musculación». Esto es correcto. Una estrategia de «musculación» es exactamente lo contrario de una estrategia de «crecimiento». El crecimiento a través de adquisiciones, y especialmente el crecimiento a través de la adquisición de entidades de solvencia dudosa, significa ganar dimensión, eso sí, pero perder solvencia y, por lo tanto, «músculo».

Nuestro país no necesita tanto convertir a Kutxabank en un «gran banco» cuanto asegurar que tenemos un «buen banco». Es suficientemente grande. Lo que necesita Kutxabank es asentar la solidez de su balance y arriesgar sólo en la medida necesaria para ayudar a nuestro tejido económico a salir adelante. Dentro de lo posible, limitar su dependencia de financiación externa y limpiar su activo de inversiones tóxicas que, en este momento, todas las entidades financieras tienen, en mayor o menor medida. Limitar sus riesgos externos y «blindarse». Porque blindar Kutxabank es blindar nuestro sistema financiero, y es esencial para blindar nuestra economía y nuestro futuro.

La desastrosa experiencia del sistema financiero occidental durante las últimas décadas deja clara la importancia de ser conscientes de que las cajas y el conjunto del sistema financiero, sólo tienen sentido como un instrumento de impulso de la economía real. Esto es evidente en el conjunto del sistema financiero, pero con una diferencia esencial: en el caso de la banca privada, es el Estado quien debe responsabilizarse -mediante la regulación adecuada de estas entidades, que, en principio, buscarán rentabilizar su capital- de que se mantengan dentro del indicado objetivo, a pesar de que ello limite los niveles de rentabilidad a corto plazo. En el caso de las cajas de ahorros o la banca pública, son sus propios órganos y directivos quienes tienen asumida esta responsabilidad de asegurar que actúan de acuerdo con sus objetivos de interés público.

De acuerdo con los criterios ya asentados en nuestra clase política, Kutxabank debe blindar su titularidad, asegurando que la forma jurídica de sociedad anónima no se convierta en una puerta para la posterior dilución de la propiedad mediante la entrada de nuevos accionistas. La experiencia italiana nos revela que existen riesgos políticos evidentes al respecto, y es de gran importancia que no sólo los gestores de Kutxabank sino el conjunto de la clase política vasca permanezca vigilante ante hipotéticos movimientos normativos que intentaran obligar a Kutxabank a diluir parte de su titularidad. Carecería de cualquier lógica económica y pondría en grave riesgo nuestra economía. Nos consta que, en este momento, esta sensibilidad es general entre nuestros responsables políticos. Es imprescindible que Kutxabank destine cuanto antes hasta su última gota de esfuerzo a nuestro tejido industrial.

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