Urkullu unifica el poder del PNV y el objetivo prioritario es ya Ajuria Enea
Iñigo Urkullu, reelegido para presidir el EBB otros cuatro años, ha conseguido hacerse con el poder casi total de la dirección del PNV. En su discurso de toma de posesión trató de levantar la moral de un partido que ha sufrido una notable pérdida de gestión institucional, para reivindicar la centralidad en la política vasca y prometer la vuelta a Ajuria Enea y dotar a la CAV de «un Gobierno vasco de verdad». En el BEC dio el primer mitin de la precampaña autonómica.
Iñaki IRIONDO |
El acto de «toma de posesión» de Iñigo Urkullu repitiendo en la presidencia del EBB fue el arranque del motor al PNV en el camino para la recuperación de Ajuria Enea. Un mitin en la forma y en el fondo. De la plúmbea conferencia con la que inauguró su mandato el 7 de diciembre de 2007 solo recuperó el título para recordar que «podemos soñar si permanecemos despiertos». Pero Iñigo Urkullu no solo ha mejorado mucho su capacidad oratoria, sino que se ha consolidado en el poder interno. Ayer no necesitaba ni justificarse ni tratar de probar su valía.
Urkullu, el hombre de aparato obligado hace cuatro años a dejarse de personas interpuestas y dar el paso de ponerse en primera línea, controla ya de forma casi absoluta el poder interno del partido. Ayer dijo que «no tenemos dos almas, tenemos miles, cientos de miles». Es lo que toca. Pero, por si acaso -y dado que «estos diez mandamientos se resumen en dos»- en el nuevo EBB, donde antes había 5 representantes de las miles de almas más alejadas de presidente, ahora ya solo quedan 3 y es posible que después de la renovación de las direcciones provinciales sean apenas 2. Del 8 a 5 a un 11 a 2.
«El primer partido de Euskadi»
Una vez unificado el control interno del partido en sus manos, Urkullu se lanzó a tratar de elevar la autoestima de la militancia, que durante su mandato ha padecido la mayor pérdida de poder institucional de la historia reciente. Pese a ser la primera fuerza en la CAV en las autonómicas, las municipales y forales y hasta las recientes elecciones a Cortes, se ha quedado sin Ajuria Enea, sin las diputaciones de Araba y Gipuzkoa, sin multitud de ayuntamientos y Amaiur ha obtenido más escaños en Madrid. Para levantar la moral, primero un poco de victimismo. El PNV pretende presentarse -según palabras de Urkullu- como «el partido de la nación vasca», «la clave de bóveda, la piedra angular, que estabilice el entramado social y político de este país». Pero siempre tiene también la necesidad -esto ya lo decía Xabier Arzalluz- de aparecer como «Cristo entre los dos ladrones».
Tras los recuerdos nostálgicos al inicio de su militancia en el PNV allá por 1977 con apenas 16 años y el obligado aplauso a los que van a ser relevados en el EBB, Iñigo Urkullu no tardó en hacer mención a «los unos y los otros» que «han pretendido aparcarnos en el desván de la historia. Como si fuéramos un fenómeno caduco que había perdido la batalla del tiempo». Los unos son los «obsesionados por sacarnos del Gobierno. Utilizando pactos forzados y artimañas legales de puro interés». Y, los otros, los «obsesionados por sustituirnos en el liderazgo del ámbito sociológico abertzale. Utilizando el cálculo en su decisión de abrazar el camino democrático, emanciparse de la violencia y la tutela de ETA».
Pero frente a quienes quieren presentar al PNV como «un fenómeno caduco», Iñigo Urkullu dibuja un PNV fenomenal. Porque, según su discurso, los unos y los otros lo único que han conseguido es «despertarnos, unirnos y reforzarnos. Somos el primer partido de Euskadi. Vivo, despierto y fuerte. Dando batalla. Tenemos la ilusión de construir nación cada día. La ilusión de construir una Euskadi más libre. Querían aparcarnos y aquí estamos: en pleno centro de Euskadi».
«Un Gobierno vasco de verdad»
El tono mitinero que ayer adquirió Iñigo Urkullu ante las miles de personas que se reunieron en el salón Luxua del BEC, se tradujo en un discurso compuesto por la sucesión de frases, donde los largos párrafos de hace cuatro años habían sido sustituidos por una continuidad de puntos y aparte. El presidente del EBB ha mejorado mucho en este terreno y le ayuda la tecnología: esos dos espejos transparentes del «teleprompter» que, mientras gira la mirada a izquierda y derecha, le van dictando el discurso a través de las dos pantallas instaladas en el suelo, en este caso con un rompe y rasas en el tapiz de la tarima desde la que hablaba. En primera fila, los miembros del EBB y los lehendakaris Juan José Ibarretxe y José Antonio Ardanza.
Poder volver a Ajuria Enea es, precisamente, el objetivo prioritario de este intento de reconstruir el ánimo del partido. E Iñigo Urkullu prometió ayer a sus bases que lo conseguirá.
Según aseguró, «Euskadi necesita recuperar el tiempo perdido. Recuperar la solvencia y el compromiso. Frente a la impostura y la indolencia. Euskadi se merece otro gobierno. Capaz y comprometido. Lo vamos a hacer. Os lo prometo. Euskadi necesita otro gobierno. Y lo tendrá. Un nuevo gobierno para una nueva Euskadi. Un gobierno abertzale. Un Gobierno vasco de verdad».
«2015, nuevo estatus político»
Como corresponde a un acto de partido, el presidente del EBB volvió a los orígenes del PNV para reivindicar que «la meta con la que soñamos despiertos» es la de la independencia para «un único país desde Ebro hasta el Adour». Y «alcanzarla será volver a nacer», aseguró Urkullu.
Reivindicó además la aplicación del derecho de autodeterminación en europa. «Ayer Irlanda, hoy Escocia, mañana Euskadi», predijo.
Pero de esta VI Asamblea General el PNV sale con otro reto. Urkullu recordó que «el 25 de octubre, afirmé en Gernika que vivimos un nuevo tiempo. Y comprometí que el año 2015 podremos actualizar la lege zaharra en lege berria. Un nuevo estatus político para Euskadi». Y ayer, «en nombre del nuevo EBB del PNV» ratificó el compromiso. «Este es nuestro reto como partido -exclamó-. Un nuevo estatus para que Euskadi sea una nación en Europa y una nación europea. Un reto que está en nuestra mente. Un reto que estará en las manos de todos los vascos y vascas en 2015».
¡Que se vayan!
Urkullu tuvo también en su discurso un tiempo para hablar del cese de la actividad armada de ETA que, según dijo, llegó «tras un largo proceso en el que el PNV puso toda la carne en el asador. Al margen de cálculos políticos. Dialogamos, intermediamos, presionamos, dimos cobertura a unos y otros para que el bien supremo de la paz aterrizara, y se instalara en este país».
Ahora el objetivo del PNV es «consolidar la paz y edificar la concordia». Por un lado, Iñigo Urkullu señaló que «restablecer la convivencia obliga a quien tanto daño ha causado a reconocerlo expresamente. Perdón y reparación. Desarme y disolución. Renovación democrática profunda, que reconozca el error continuado de un pasado político-militar de destrucción, de tierra quemada, de negación de la libertad».
Y, por el otro, aseguró que «nos queda también la tarea de poner fin a la excepcionalidad legal. Fin a una política penitenciaria vengativa. Fin a una justicia de acompañamiento político. A las doctrinas que reinterpretan las condenas. Fin a la Audiencia Nacional. Fin a la presencia de `cuerpos ajenos' en Euskadi».
Esta última adaptación del clásico «¡Que se vayan!», a buen seguro que dará para más de una reacción política y está llamada a ser uno de los ejes de las dos entrevistas matinales que Iñigo Urkullu tiene ya concertadas para hoy.
Se necesita un candidato
Las pretensiones del PNV de ganar de verdad unas elecciones y volver a Ajuria Enea pasan ahora por buscar un candidato o candidata que pueda dar esa batalla en una cita que todos esperan que se adelante al otoño.
Urkullu no se ha descartado de la carrera. El candidato habrá de encarnar el «modelo PNV» que «funciona y ha hecho funcionar a este país». «Progresismo eficaz», lo definió. Un modelo que combina los sones de Coldplay y Bruce Springsteen, con los himnos tradicionales del partido.
Y para acabar el discurso: «We are men and women at work. We are working on a dream. Free Basque Country! Gora Euzko Alderdi Jeltzalea! Gora Euskadi askatuta!». Ovación y cierre de la VI Asamblea General del PNV.
Según Urkullu, la paz «dio a luz» el «20 de octubre, tras un largo proceso en el que el PNV puso toda la carne en el asador. Dialogamos, intermediamos, presionamos, dimos cobertura a unos y otros para que el bien supremo de la paz aterrizara, y se instalara en este país».
El reelegido presidente del EBB se quejó de que unos y otros pretendan presentar al PNV como un «fenómeno caduco». Unos «obsesionados por sacarnos el gobierno». Otros, «obsesionados por sustituirnos en el liderazgo del ámbito sociológico abertzale». «Solo han conseguido despertarnos, unirnos, reforzarnos». «El PNV es un fenómeno».
Mantenemos nuestro compromiso de institucionalizar y constitucionalizar una única Euskadi, desde el Ebro hasta el Adur. Este es el sentido de la independencia de Euskadi en el siglo XXI. Que nadie se lleve a engaño, esa es nuestra única meta».
Quien tiene un «pasado político-militar» debe «perdón y reparación. Desarme y disolución». Pero también «nos queda la tarea de poner fin a la excepcionalidad legal. A un a política penitenciaria vengativa, a una justicia de acompañamiento político. Fin a la Audiencia Nacional y a la presencia de `cuerpos ajenos' en Euskadi».