Al-Assad decreta una nueva amnistía general en relación a la revuelta
El presidente de Siria, Bashar Al-Assad, promulgó ayer un decreto en el que concede una nueva amnistía general a los detenidos por su relación con las protestas contra el régimen desde el 15 de marzo del año pasado. El nuevo anuncio de Al-Assad tuvo lugar después de que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, exhortara al mandatario sirio a que «deje de matar» a su pueblo.
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Bashar Al-Assad renovó ayer el decreto de amnistía general promulgado inicialmente en mayo de 2011 por el que promete el indulto a los responsables de los delitos cometidos durante el levantamiento, y da a los fugitivos un plazo hasta final de mes para que se entreguen.
El nuevo indulto concede «la amnistía general por los crímenes cometidos en el marco de los eventos sucedidos desde el 15 de marzo de 2011 hasta la fecha de emisión del decreto (15 de enero de 2012)», informó el Gobierno en un comunicado.
La amnistía incluye a detenidos por violaciones de las leyes de manifestación pacífica, de posesión de armas y munición sin autorización y de «huida interior y exterior». Asimismo, el decreto explica que aquellos acusados que se encuentren huidos no podrán beneficiarse de esta indulto si no se presentan a las autoridades antes del 31 de enero.
En el último mes, el régimen sirio ha emitido varios decretos similares de amnistía parcial para poner en libertad a «miles de personas cuyas manos no están manchadas de sangre».
El 31 de mayo de 2011, Al-Assad concedió un indulto total a los participantes en las protestas y a los encarcelados que padecían una enfermedad terminal, salvo algunas excepciones. Y algo similar hizo el 21 de junio.
Antes, Damasco había excarcelado a miles de personas en un intento de acallar las protestas.
El opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, denunció que las leyes se promulgan, pero «no se hacen cumplir». También los Hermanos Musulmanes de Siria dudaron de la medida, que consideraron que «no es ni creíble ni seria» por parte de «un régimen que trata de dar credibilidad a su ilusorio proyecto de reconciliación y diálogo nacional». La hermandad cifró en unas 60.000 las personas detenidas desde el comienzo de la revuelta.
Los opositores Comités de Coordinación Local informaron ayer de la muerte de otras 25 personas en ataques de las fuerzas leales a Al-Assad.
Exhorto de Ban Ki-moon
El nuevo anuncio de Al-Assad tuvo lugar después de que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, exhortara al presidente, desde Beirut, a «dejar de matar» a su pueblo porque «el camino de la represión no tiene salida», declaró.
«Es hora de escuchar las demandas del pueblo árabe y poner fin a los régimenes autocráticos», añadió el secretario general, sin mencionar a ningún otro aparte del sirio. Agregó que «el que ejerce el poder mediante el uso de la fuerza o la coacción se dirige a la ruina. Un día u otro su pueblo le abandona».
De visita en Myanmar, el ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, criticó el silencio del Consejo de Seguridad de la ONU ante una situación «intolerable».
Su homólogo británico, William Hague, dijo que «no hemos estudiado la posibilidad de una zona de exclusión aérea» sobre Siria, tal y como pide la oposición, e indicó que el régimen sirio no depende su fuerza aérea para sofocar las protestas.
Por su parte, los ministros de Exteriores de la Liga Árabe se reunirán el 22 de enero para estudiar el informe que la misión de observadores entregará el jueves, y decidir si pone fin, prorroga o amplia la misión.
En cualquier caso, parece poco probable que se apruebe el envío de tropas, como sugirió el sábado el emir de Qatar, aunque el secretario general del organismo, Nabil al-Arabi, no lo descartó. «Todas las ideas son susceptibles de ser discutidas», manifestó.
Ayer, su predecesor en el cargo y candidato presidencial egipcio, Amr Musa, se sumó a la propuesta, al manifestar que la Liga Árabe debe «explorar» la idea de enviar tropas a Siria, mientras que el presidente de Túnez, Moncef Marzuki, se opuso a la idea al asegurar que sería un «suicidio» y provocaría una «explosión» de todo Oriente Medio.
El rey de Bahrein, Hamad bin Isa al-Khalifa, anunció ayer una reforma limitada de la Constitución con la que trata de poner fin a las protestas protagonizada por la mayoría chií que sacuden el país desde hace casi un año y que la oposición tildó de «insuficiente».
El monarca aseguró que promulgará varios decretos que permitirán a la Cámara Baja del Parlamento tener un mayor control sobre la acción del Gobierno y sobre los Presupuestos del país. Según Al-Khalifa, el programa del Gobierno será debatido en el Parlamento para su aprobación, y si es rechazado, se considerará que no cuenta con la confianza del pueblo bahreiní.
Sin embargo, la propuesta no incluye el rediseño del Consejo de la Shura (Cámara Alta), que s designado por el rey, ni el trazado de un nuevo mapa electoral, ya que el actual, según la oposición, perjudica a sus candidatos y beneficia a los progubernamentales. El discurso del rey tampoco abordó otras demandas de la oposición, como la libre elección del Ejecutivo o la sustitución del primer ministro, Khalifa bin Salman al-Khalifa, tío del monarca que ocupa el cargo desde hace más de 40 años.
El principal partido de la oposición chií. Al-Wifaq, afirmó en una nota que las propuestas del rey «están muy lejos de las reivindicaciones del pueblo, que pide un cambio democrático y rechaza la dictadura». Señaló que la reforma planteada es secundaria, sin relación con la crisis política, y la calificó de «superficial y cosmética».
Las protestas iniciadas el 14 de febrero de 2011 continúan en las calles a pesar de la contundente operación represiva que las tropas bahreiníes, respaldadas por as saudíes y emiratíes, llevaron a cabo un mes después. GARA
El ministro británico de Exteriores, William Hague, declaró que los países occidentales no tienen la intención de intervenir militarmente en Siria para acabar con la represión ni tampoco en Irán para poner fin a su programa nuclear.
