Algo tendrá». La lapidaria frase la pronunció Mendilibar hace tiempo cuando se le preguntó por el explosivo estreno liguero de Lamah. Y la verdad es que el costa marfileño nacionalizado belga tiene algo: irregularidad. Una habitual enfermedad entre jugadores de su perfil -le está pasando lo mismo a Cejudo o hay que recordar pretéritos casos como los de Juanfran o Valdo- y de difícil cura.

No se sabe si el turrón tuvo efectos perniciosos en su organismo, pero lo cierto es que tras las vacaciones navideñas el estilado y estiloso carrilero rojillo no da pie con bolo y es una sombra del futbolista desequilibrante que mostró al comienzo de la temporada. Ayer, como en Donostia o en recientes compromisos, falló en el control y el pase, no encaró a su marcador y resultó prácticamente un elemento inútil para su equipo.

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