«La deriva que está tomando Irak de cara a 2012 produce vértigo»
Mientras se encadenan los atentados que hacen retumbar los ecos de la violencia sectaria en los oidos de los iraquíes, el líder político secularista Baha al-Khafaji, líder de la Coalición por la Unidad Nacional Iraquí en Basora, comparte con GARA su visión del país tras la reciente retirada de las tropas de EEUU.
Karlos ZURUTUZA | BASORA
El de Irak parece un continuo viaje en el tiempo. La reciente retirada de las tropas estadounidenses parece haber dado el pistoletazo de salida de una carrera hacia atrás. No en vano, a comienzos de 2012 los iraquíes reviven terribles episodios de violencia como los de 2005; contemplan con estupor cómo se hurga interesadamente en la milenaria herida entre chiíes y suníes y, sobre todo, cuáles son las claves hacia el poder hegemónico en toda la región bien entrada la segunda década del siglo XXI.
¿Quiénes son ustedes?
Somos un partido político fundado en 1991, entonces en la clandestinidad. Muchos de los nuestros murieron luchando contra la represión de Saddam Hussein, que fue especialmente brutal en Basora debido a su mayoría chií. En 2003 nos constituimos en una entidad política legal y hemos tomado parte en todas las elecciones desde entonces. Abogamos por un estado aconfesional que observe escrupulosamente la libertad de expresión, algo que contemplamos imprescindible para mantener la unidad del país.
Los recientes acontecimientos en el país no invitan al optimismo, ¿no es así?
Desgraciadamente, no. La huída el pasado diciembre del vicepresidente Hashemi (suní) tras ser acusado de orquestar un complot terrorista es lo peor que nos podía pasar. Los sucesivos atentados contra barrios chiíes de las últimas semanas constituyen un gran drama humano y nos producen una terrible sensación de deja vu que nos invita a pensar que volvemos a a atravesar las puertas de un nuevo capítulo de violencia sectaria como el que empezó en 2005. Es la peor de nuestras pesadillas.
¿Cómo puede seguir jugando la religión un papel tan importante en el Irak de 2012?
La religión no es más que un pretexto tras es el que se esconde la eterna lucha por el poder político, tanto en el país como en toda la región. Yo mismo soy musulmán sufí en un distrito en el que prácticamente el 99% de la población es chií. Tengo vecinos y grandes amigos cristianos, suníes e incluso ateos, y esta es una situación extrapolable al resto del país. O al menos lo era hasta hace muy poco. Como le decía, ese odio interétnico, o interreligioso, llámelo como quiera, no se enraizó en nuestra sociedad hasta hace apenas unos pocos años. A todo ello han contribuido al Qaeda y el Baath, pero también los partidos islamistas que han ocupado el poder tras 2003. A causa de su visión estrecha monolítica del Islam en su versión chií, la libertad de credo, y la de expresión en su conjunto, disminuyen según pasan los días y el clima en el país se ha vuelto irrespirable para todos.
Menciona al Baath. ¿Qué papel juega el antiguo partido de saddam Hussein a día de hoy?
Tienen dinero y han sumado fuerzas con al Qaeda en Mesopotamia, apoyando logísticamente a los yihadistas. Precisamente, una de sus armas más terribles son el gran número de agentes infiltrados con los que cuentan en las fuerzas de seguridad iraquíes. Para todo ello hacen falta tanto dinero como influencias.
Y luego está Irán...
La sombra de Teherán se extiende desde las cúpulas más altas del poder. Tanto Nouri al Maliki (Primer Ministro de Irak) como Moqtada al Sadr (líder de la milicia Mahdi reconvertida en partido bisagra en el poder) no son más que sus caras más visibles. Si ir más lejos, el cónsul iraní en Basora ha visitado los colegios electorales en las elecciones y eso es algo que está prohibido en Irak como en cualquier otro país del mundo. Hablamos de influencia política, cultural, religiosa, económica, e incluso de milicias armadas entrenadas y financiadas por Teherán. La porosa frontera entre Irán e Irak es atravesada por grupos armados con total impunidad. El objetivo de toda esta injerencia es incrementar el abismo entre chiíes y suníes para romper el país.
Resulta una afinidad muy llamativa, máxime tras una terrible guerra entre ambos países (1980-88).
Hasta hace poco los iraquíes respetaban a Irán porque eran conscientes de que la guerra Irán-Irak había sido un error. Pero la percepción del vecino persa ha cambiado en los últimos tres años, sobre todo desde que éste ocupara la refinería de al Faqa (sur del país) durante un mes. Fue probablemente entonces cuando nos empezamos a dar cuenta de que Irán contaba con una agenda oculta que hoy vamos descubriendo poco a poco. Aquí, en Basora, el impacto es incluso ecológico: han alterado la frontera inundándola con agua de mar y la tierra es ahora demasiado salina para los cultivos. Incluso tienen planes para construir una central nuclear a pocos kilómetros de aquí.
¿Qué balance hace usted de la reciente retirada de las tropas de ocupación del país?
Si bien se trataba de un gesto imprescindible en aras de recuperar nuestra soberanía, lo cierto es que la seguridad parece estar deteriorándose a medida que pasan los días. Nunca he defendido la presencia de tropas de ocupación en el país pero la deriva que está tomando Irak de cara a 2012 produce vértigo.
«Volvemos a cruzar las puertas de un nuevo capítulo de violencia sectaria como el que empezó en 2005. Es la peor de nuestras pesadillas»