Análisis | Revueltas en el mundo árabe
La cuenta atrás del más divino de los monarcas, el marroquí
Las revueltas árabes han producido un gran terremoto político en Marruecos, el país que, según los grandes medios de comunicación, está a salvo de veleidades revolucionarias gracias a su sistema monárquico. El autor trata de desmontar esa tesis.
Jose Angel ORIA
Hace aproximadamente un año comenzó lo que podría terminar convirtiéndose en la cuenta atrás del régimen monárquico marroquí, la criatura mimada por los gobernantes occidentales y por los grandes medios de comunicación. Se nos dice insistentemente que Marruecos es la excepción en el mundo árabe, el país a salvo de las turbulencias que ha traído consigo el fenómeno que se ha dado en llamar Primavera Arabe, y que un referéndum y unas elecciones dizque «libres y limpias» han terminado de matar las ansias de revuelta de los marroquíes. Simultáneamente, leemos que jóvenes y no tan jóvenes de dicho país árabe siguen inmolándose ante la insostenible situación en que se encuentran, que los licenciados en paro continúan expresando su malestar en diversas ciudades, que los jóvenes que pusieron en pie el Movimiento 20 de Febrero rechazan los cambios cosméticos ordenados por el Palacio Real... Y que Rachid Nini, el periodista que destacó por su lucha contra la corrupción y al que medios marroquíes llaman «el Robin Hood marroquí», sigue en prisión. «Hay algo aquí que va mal», como decía la canción de los irlandeses Stiff Little Fingers.
Lo cierto es que el rey Mohamed VI ha tenido que moverse. Organizó un referéndum fantasma y unas elecciones como las de siempre: vote lo que vote el pueblo, él decide todo. Ganaron los islamistas del PJD, encabezados por un Abdelila Benkiran cuyas declaraciones promonárquicas sonrojan, y el rey le encargó formar gobierno, eso sí, después de nombrar asesor a la figura política que el nuevo primer ministro quería vetar. Desde el entorno del monarca se expresó que sólo habría problemas con el nombramiento de Mustapha Ramid como titular de Justicia, con lo que muchos observadores opinamos que Benkiran sacrificaría al abogado que ha defendido tanto a detenidos islamistas como saharauis o al propio Nini, uno de los azotes de la monarquía. Sin embargo, el que fuera cabeza de lista de Justicia y Desarrollo no podía prescindir de la figura política más valorada por las bases de su formación. Con lo que se produjo una pugna cuyo resultado echa por tierra muchos cálculos: Mohamed VI no se salió con la suya. Es impensable que el rey lo hubiera aceptado de no mediar la meritoria presión del Movimiento 20 de Febrero.
Los islamistas ilegales mueven ficha. El Grupo Justicia y Espiritualidad, la formación islamista ilegal pero tolerada que ha demostrado una gran capacidad movilizadora, ha aportado durante diez meses mucha gente a las movilizaciones del Movimiento 20 de Febrero, pero tras el nombramiento de Benkiran como primer ministro, decidió abandonar a esos compañeros de viaje. Algunos observado- res no creen que las explicaciones dadas por la formación del jeque Yasin sean sinceras: los diferencias ideológicas con buena parte del movimiento han estado ahí esos diez meses de fértil colaboración. Por tanto, apuntan a la rivalidad entre las dos formaciones islamistas: Justicia y Espiritualidad calcula que las protestas del 20-F le vienen bien a Benkiran, que hará uso de esta presión popular para conseguir el mayor grado posible de poder y poner en marcha las reformas prometidas a los electores. Según esta interpretación, los islamistas dejan el 20-F para acelerar el fracaso del Gobierno de Benkiran y para prepararse para la etapa posterior.
El éxito del 20-F que ocultaron los medios. El régimen marroquí manifestó que en los primeros comicios tras el estallido de la Primavera Arabe votó el 45% de la población. Sin embargo, si calculamos el porcentaje de las personas que votaron sobre el conjunto de la población de más de 18 años, la tasa real de participación se queda en el 28%. 72 personas con más de 18 años no votaron, por cada 28 que sí lo hicieron; casi tres personas no votan por cada una que vota. ¿De qué nos habla este dato, de un sistema democrático imperfecto o de una población que no cree en su clase política? El Movimiento 20 de Febrero pidió boicotear esas elecciones, aunque sería excesivo atribuir toda la abstención producida a dicho posicionamiento. En todo caso, en la sociedad marroquí tiene terreno abonado para seguir desarrollándose, porque cada vez hay más marroquíes que saben que el principal problema del país es el rey, y toda la estructura de corrupción que le rodea, el Majzen; y todos ellos tienen como referencia lo que ha pasado en países vecinos. La situación socio-económica sigue sin ofrecer salidas a la juventud más preparada, la corrupción es omnipresente... las condiciones son idóneas para que la calle vuelva a expresar el rechazo al régimen, y entonces las maniobras de distracción en forma de convocatoria electoral ya no contentarán a nadie.
Los amazigh toman las calles del norte. Desde hace meses se están produciendo movilizaciones de los amazigh o bereberes al calor de las revueltas árabes, aunque parezca un contrasentido. Este mismo mes, poblaciones como Al Hoceima, Taza, Beni-Guayeich, Amakan Dum e Idari han sido escenario de estas protestas, que la próxima semana se pueden convertir en multitudinarias ya que el 19 de enero se cumplen 27 años desde la masacre de Nador, donde el padre del rey actual ordenó una masacre de estudiantes. La marcha programada en dicha ciudad tendrá como objetivo llegar a Melilla con el objetivo de pedir asilo. Otra amenaza para el rey.