Raimundo Fitero
En la salud
Estamos atravesando por un nuevo baby-boom? Allá donde en la pantalla, o en la calle, mi mirada acaba en una feliz embarazada, anónima, o simplemente famosa sin trabajo en promoción. A los matrimonios les condenaban a aquello de «en la salud o en la enfermedad», y hay que señalar que, aunque parezca lo contrario, un embarazo no es una enfermedad. Puede ser un accidente sicológico si no ha sido deseado, pero una vez admitido es una mujer en transformación, con sus situaciones variables lógicas, pero engendrando una nueva vida, un futuro, algo a señalar aunque sea en un contexto de siete mil millones de habitantes en el planeta Tierra..
Si estas buenas noticias natalicias se venden, se cobran, y después suceden cosas raras, la mayoría van a buen término. Esto sería el compromiso en la alud, porque en lo otro en la enfermedad, empieza a ser excesivo el número de circunstancias en las que aparecer un tumor cancerígeno como tema de portada. Para ser más exactos, en esa serie desmemoriada que se llama «Cuéntame», a la protagonista, Mercedes, que interpreta Ana Duato, en capítulos anteriores le fue diagnosticado un cáncer, operada, y ahora ya vuelve a aparecer recuperada. Se sabe que estas series de largo recorrido, cubren labores de concienciación masiva. Aseguran los entendidos en la materia, que tienen mucha más eficacia un caso de ficción en serie de éxito, en donde se hable de la prevención, de la solución y la recuperación, que mil horas de publicidades, campañas o intervenciones en espacios de salud.
Pero en paralelo, Terelu, la que hace unas pocas semanas fue rolliza portada de Interviú, se convierte otra vez en protagonista por operarse un carcinoma de pecho. ¿Estás cosas no están mucho mejor en la intimidad? ¿Por qué deben retransmitir las enfermedades de estas famosas de medio pelo que viven una suerte de ocaso profesional? ¿Son creíbles? ¿Ayudan a la concienciación o simplemente se convierten en un gancho comercial y no tienen ninguna reper- cusión? La verdad, se trata de personas que ponen su vida más íntima, su enfermedad, en la plaza pública. ¿Se les puede respetar posteriormente tras comerciar con su salud?