En este oficio nos topamos día a día con la más dura realidad. Bombardeos con «daños colaterales», desastres naturales como tsunamis o terremotos que siempre castigan más a los más castigados, coches-bomba que dejan tras de sí un reguero de sangre, accidentes de tráfico, laborales, de montaña... Multitud de teletipos e imágenes de las cuales solo unas pocas llegan a plasmarse sobre el papel.

Afrontar estas situaciones desde el distanciamiento suele ser el mejor antídoto. Es muy complicado ser observador y al mismo tiempo parte afectada, ya que la segunda parte impide hacer bien la primera. Pero no siempre se consigue esta disociación, a veces la desgracia nos golpea tan de cerca que nos deja sin aire, como un certero puñetazo en el estómago. Son momentos en los que las obligaciones como periodista pasan a un segundo, tercer o cuarto plano. O simplemente desaparecen de nuestro cerebro.

En las últimas semanas ha fallecido gente relevante, conocida e incluso muy querida por buena parte de esta sociedad: Artemio Zarco, Blanca Antepara, Txillardegi... Pero a mí me duele Manu, un romántico que pertenecía a esa raza que el también alpinista Lionel Terray definió como «Los conquistadores de lo inútil». Llegó a Turismo rebotado de Sociología, simplemente porque lo segundo no le llenaba. En el campus de Deusto en Donostia nos conocimos hará ya dos décadas. Cómo pasa el tiempo. Posteriormente, antes de que llegaran los grandes centros comerciales, aconsejó a media ciudad sobre material de montaña desde detrás del mostrador de Belagoa. Y con esa mentalidad de quienes creen que lo importante no es la cumbre, sino el camino por el que se asciende, se embarcó durante casi un lustro en un negocio imposible, mitad tienda de música -de esa que no se escucha nunca en las radiofórmulas-, mitad galería de arte. Se llamaba Drum, un golpe de batería, un latido del corazón. Estoy convencido de que sus colegas le recordarán mientras siguen pinchando, bien sea sobre un plato giradiscos, bien sea sobre el hielo de una cascada. Un abrazo a Elena y ánimos a Raúl.