La compañía Costa Cruceros, propietaria del barco que naufragó el viernes frente a la isla italiana de Giglio, anunció ayer la suspensión de sus funciones del capitán de la nave, Francesco Schettino, mientras volvían a reanudarse las tareas de búsqueda y rescate tras horas de interrupción debido a oscilaciones del navío semihundido y los familiares de los desaparecidos expresaban su indignación y cólera contra el comandante del crucero y pedían que «no quede impune».

La suspensión de Schettino se considera un primer paso para proceder a su despido por el naufragio, que ha dejado al menos once muertos y más de una veintena de personas todavía desaparecidas.

Además, la naviera se ha constituido como «parte afectada» en la investigación abierta por la Fiscalía de Grosseto, que acusa al capitán, actualmente en arresto domiciliario, de homicidio culposo múltiple, abandono de nave y naufragio.

Paralelamente a la búsqueda, reanudada ayer tras una jornada suspendida por razones de seguridad, se preparan las tareas de extracción de las 2.400 toneladas de carburante, que podrían causar un desastre ecológico en uno de los parque marinos más protegidos del Mediterráneo.

Según nuevos testimonios, numerosos pasajeros fueron reunidos en el puente para ser evacuados gracias a los altavoces, pero una vez allí se vieron obligados a regresar a sus cabinas, ya inundadas, a buscar los chalecos salvavidas.

La mayoría de las lanchas fueron dirigidas por camareros y personal de cocina, que se han convertido en verdaderos héroes tras realizar decenas de viajes entre el barco y la isla para salvar vidas.

Filtraciones en los medios italianos apuntaban a que al menos media hora después del impacto con las rocas, desde el Costa Concordia se insistía en que solo se había producido un apagón y que se estaban «verificando las condiciones», por lo que no había ninguna emergencia, lo que retrasó las tareas de rescate.

Schettino se vio rodeado ayer de una nueva polémica al conocerse que la Fiscalía buscaba a una joven moldava de 25 años, a quien parte del pasaje vio sentada en la sala adyacente al puente de mando del crucero y cenar con el capitán la noche del naufragio y que no figuraba en la lista de pasajeros.

Se trata de Dominica Cemortan, quien hace unos días apareció en un canal de televisión de su país para explicar que era una tripulante de vacaciones y hacer una defensa rotunda del capitán de quien dijo que hizo un «trabajo extraordinario» al salvar a más de 3.000 personas.