Floren Aoiz| www.elomendia.com
2012: la consigna es convertir la conquista en «incorporación»
Siguen conquistados, pensando como conquistados, actuando como conquistados. 500 años después, siguen aplaudiendo al conquistador
En el año 2000, Jaime Ignacio Del Burgo publicó un libro en el que profetizaba sobre 2012: «conforme nos acerquemos a esa fecha se intensificarán los ataques contra la vocación española de Navarra». Del Burgo había recuperado para la obra de la que he extraído esta cita el título de un libro escrito décadas antes por Víctor Pradera, un organizador del golpe de 1936 considerado por el propio Franco inspirador de su dictadura. Un dato más: el libro de Pradera fue premiado en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera.
Más allá de la capacidad de Del Burgo de sintetizar el legado de dos dictaduras y una descomunal masacre en un simple título, hoy quiero hablar del «argumentario» acerca de 1512 que UPN ha hecho circular entre sus huestes. Del Burgo ya no es de UPN, pero en estas cuestiones la lealtad españolista está por encima de las siglas, y UPN, ahora sin Del Burgo, responde con su argumentario (por llamarlo de algún modo, porque es de una pobreza pasmosa) a la necesidad que Del Burgo preveía hace doce años.
Podrían decirse muchas cosas de los textos distribuidos por UPN, pero yo voy a centrarme en tres. La primera es la constatación de una derrota muy importante en la guerra del relato: los españolistas se retiran y dejan en el campo de batalla su obstinación en negar que aquello fuera una conquista. En 2012 ya no son capaces de mantener la que ha sido su tesis durante tanto tiempo y se ven obligados a reconocer, ante el peso de las evidencias y el creciente conocimiento popular de los hechos, que fue, efectivamente, una conquista.
La segunda, para que nadie brinde antes de tiempo: si bien reconocen que fue una conquista, insisten en contextualizarla, suavizarla y justificarla. Para ello recurren a los tópicos propios de los discursos imperialistas de todos los tiempos: hubo navarros aliados de los invasores; Navarra amenazaba a Castilla; la guerra civil había dejado el reino exhausto; era inevitable; en aquellos tiempos eso era lo habitual... Recetas que, con un poco de maquillaje, sirven tanto para exculpar a Fernando el Católico como para aplaudir la invasión de Irak.
La tercera, y fundamental: fue conquista, pero más tarde hubo una incorporación voluntaria, pactada, que respetó los fueros y libertades de Navarra. Un chollo, vaya. La nueva palabra-consigna (palabra-trampa, que diría Mayor Oreja si la hubieran usado otros) es incorporación. Término mágico que convierte una invasión en un pacto. Una más para la cadena de expresiones «felices», como la confesión espontánea que encubre la tortura o la guerra civil para ocultar los asesinatos de miles de personas desarmadas.
Pero quizás lo más clarificador sobre la posición de UPN sea esta frase: «es preferible usar el término incorporación porque fue el utilizado por Fernando el Católico». Se les llena la boca con Navarrrrrra, así, con muchas erres, pero lo suyo es pura sumisión: siguen conquistados, pensando como conquistados, actuando como conquistados. 500 años después, siguen aplaudiendo al conquistador.